La noticia de que habían atacado a Colin Creevey y de que éste yacía como muerto en la enfermería se extendió por todo el colegio durante la mañana del lunes. El ambiente se llenó de rumores y sospechas. Los de primer curso se desplazaban por el castillo en grupos muy compactos, como si temieran que los atacaran si iban solos.
Mientras tanto, a escondidas de los profesores, se desarrollaba en el colegio un mercado de talismanes, amuletos y otros chismes protectores. Neville Longbottom había comprado una gran cebolla verde, cuyo olor decían que alejaba el mal, un cristal púrpura acabado en punta y una cola podrida de tritón.
—Pero Neville —le dijo Sienna al ver a Neville con los bolsillos llenos—. Tu eres sangre limpia.
—Sienna, soy casi un squib —le dijo en un susurro—. Eso es peor que ser un muggle.
—Tonterías —sonrió—. Si fueras casi un squib ni te hubieran admitido en Hogwarts.
—Pero... Hay que protegernos de algún modo —insistió. Sienna revolvió su cabello rubio.
—No te pasará nada.
Una semana más tarde, Sienna cruzaba el vestíbulo con Neville cuando vieron aun puñado de gente que se agolpaba delante del tablón de anuncios para leer un pergamino que acababan de colgar.
—¡Van a abrir un club de duelo! —dijo Seamus—. ¡La primera sesión será esta noche! No me importaría recibir unas clases de duelo, podrían ser útiles en estos días...
—¿Por qué? ¿Acaso piensas que se va a batir el monstruo de Slytherin? —preguntó Ron, pero lo cierto es que también él leía con interés el cartel —Podría ser útil.
—¿Irás? —le preguntó Neville a Sienna—. Estoy seguro de que los necesitaremos algún día.
Esa misma noche, a las ocho, Sienna se reunió con Neville y se dirigieron deprisa al Gran Comedor.
Las grandes mesas de comedor habían desaparecido, y adosada a lo largo de una de las paredes había una tarima dorada, iluminada por miles de velas que flotaban en el aire. El techo volvía a ser negro, y la mayor parte de los alumnos parecían haberse reunido debajo de él, portando sus varitas mágicas y aparentemente entusiasmados.
—Se dice que Flitwick fue un gran duelista en su tiempo —le dijo Sienna a Neville—. ¿Crees que él nos enseñe?
—Puede que... No
Sienna miró a dónde Neville miraba y entendió la negativa de su amigo.
Gilderoy Lockhart se encaminaba a la tarima, resplandeciente en su túnica color ciruela oscuro, y lo acompañaba nada menos que Snape, con su usual túnica negra. Lockhart rogó silencio con un gesto del brazo y dijo:
—¡Vengan aquí, acérquense! ¿Me ve todo el mundo? ¿Me oyen todos? ¡Estupendo! El Profesor Dumbledore me ha concedido permiso para abrir este modesto club de duelo,con la intención de prepararlos a todos ustedes por si algún día necesitan defenderse tal como me ha pasado a mí en incontables ocasiones (para más detalles, consulten mis obras). »Permítanme que les presente a mi ayudante, el profesor Snape —dijo Lockhart,con una amplia sonrisa—. Él dice que sabe un poquito sobre el arte de batirse, y ha accedido desinteresadamente a ayudarme en una pequeña demostración antes de empezar. Pero no quiero que se preocupen los más jóvenes: no se quedarán sin profesor de Pociones después de esta demostración, ¡no teman!
—Creo que Snape matará a Lockhart —le susurró Neville a Sienna—. Mira su rostro.
En el labio superior de Snape se apreciaba una especie de mueca de desprecio. Sienna no entendía por qué Lockhart continuaba sonriendo; si Snape la hubiera mirado como miraba a Lockhart, habría huido a todo correr en la dirección opuesta, a pesar de que sabía que Snape no era así de malo como le gustaba mostrarse.
ESTÁS LEYENDO
La Hija de Snape
Fanfiction-¿Acaso tengo cara de haber pedido ser tu hija? -rugió Sienna-. Si vas a reclamarle a alguien asegúrate de que sea a mi madre... -Cambie ese lenguaje, señorita Snape -interrumpió Snape, aunque se veía dolido por la actitud de su hija -, le recuerdo...