Durante unos días, en la escuela no se habló de otra cosa que de lo que le habían hecho a la Señora Norris. Filch mantenía vivo el recuerdo en la memoria de todos haciendo guardia en el punto en que la habían encontrado, como si pensara que el culpable volvería al escenario del crimen. Sienna le había visto fregar la inscripción del muro con el Quitamanchas mágico multiusos de la señora Skower, pero no había servido de nada: las palabras seguían tan brillantes como el primer día,de hecho un día Filch la vió pasar por ahí y la pudo haber castigado por ser la culpable de no ser que Snape intervino.
-Es solo una niña de segundo curso -la defendió-. Ni siquiera uno de quinto podría haber hecho tanto.
-¿Y entonces que hacía ahí? -señaló a Sienna con el dedo.
-Curiosidad. Una característica que los gatos y las mujeres tienen en común es su insaciable curiosidad -le dijo a Filch señalando el libro de la Historia de Hogwarts que Sienna tenía entre sus brazos-. Ella solo quiere ver qué relación encuentra en la inscripción con la Cámara de los Secretos.
Filch, no se veía nada convencido.
-¿Y por qué pasa por aquí cada tres días?
-Cada tres días está disponible -respondió como si fuera obvio-. Vámonos, Sienna. Dejemos al celador hacer su trabajo.
Snape tomó los hombros de Sienna y la giró para alejarse del pasillo.
-Trata de no pasar mucho por ahí -le dijo-. Filch está muy irritable. Cuando era estudiante pateé a su gata y por suerte no se enteró jamás.
Sienna rió. Una vez la señora Norris y Henriette se pelearon en el pasillo por una rata y la hermosa gata negra fue la ganadora.
Cuando Filch no vigilaba el escenario del crimen, merodeaba por los corredores con los ojos enrojecidos, ensañándose con estudiantes que no tenían ninguna culpa e intentando castigarlos por faltas imaginarias como «respirar demasiado fuerte» o «estar contento».
-Me castigó por sonreír -se indignó bostezando-. ¡Ayer tuve que lavar un cubículo con un cepillo de dientes toda la noche!
-Pudo ser peor -le dijo Neville-. A mí me persiguió toda la tarde hasta que McGonagall lo vió y se hartó -Neville se estremeció-. Debiste oír sus gritos.
*****
Cuando faltaba poco para las once, el colegio en pleno empezó a dirigirse hacia el estadio de quidditch. Hacía un día bochornoso que amenazaba tormenta. Neville había invitado a Sienna a ver el partido (una vez más), del lado de las gradas de Gryffindor.
Cuando salieron al campo, fueron recibidos con gran estruendo; eran sobre todo aclamaciones de Hufflepuff y de Ravenclaw, cuyos miembros y seguidores estaban deseosos de ver derrotado al equipo de Slytherin, aunque la afición de Slytherin también hizo oír sus abucheos y silbidos. La señora Hooch, que era la profesora de quidditch, hizo que Flint y Wood se dieran la mano, y los dos contrincantes aprovecharon para dirigirse miradas desafiantes y apretar bastante más de lo necesario.
Animados por el bramido de la multitud que les apoyaba, los catorce jugadores se elevaron hacia el cielo plomizo. Harry ascendió más que ningún otro.
Poco tiempo después del inicio del partido, Sienna vio que una Bludger paso demasiado cerca de Harry.
-¡A éste lo van a venir matando un día! -refunfuñó ella y Neville rió con nerviosismo después de que Harry se salvara.
George dió un fuerte golpe a la bludger dirigiéndola hacia Adrian Pucey, pero la bludger cambió de dirección en medio del aire y se fue directa, otra vez,contra Harry. Harry descendió rápidamente para evitarla, y George logró golpearla fuerte contra Malfoy. Una vez más, la bludger viró bruscamente como si fuera un bumerán y se encaminó como una bala hacia la cabeza de Harry. Harry aumentó la velocidad y salió zumbando hacia el otro extremo del campo.
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La Hija de Snape
Hayran Kurgu-¿Acaso tengo cara de haber pedido ser tu hija? -rugió Sienna-. Si vas a reclamarle a alguien asegúrate de que sea a mi madre... -Cambie ese lenguaje, señorita Snape -interrumpió Snape, aunque se veía dolido por la actitud de su hija -, le recuerdo...