Exámenes

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La euforia por haber ganado la copa de quidditch le duró a los de Gryffindor al menos una semana. Incluso el clima pareció celebrarlo. A medida que se aproximaba junio, los días se volvieron menos nublados y más calurosos, y lo que a todo el mundo le apetecía era pasear por los terrenos del colegio y dejarse caer en la hierba, con grandes cantidades de zumo de calabaza bien frío, o tal vez jugando una partida improvisada de gobstones, o viendo los fantásticos movimientos del calamar gigante por la superficie del lago.

Pero no podían hacerlo. Los exámenes se echaban encima y, en lugar de holgazanear, los estudiantes tenían que permanecer dentro del castillo haciendo enormes esfuerzos por concentrarse mientras por las ventanas entraban tentadoras ráfagas de aire estival. Cedric estaba estudiando para los TIMO (Título Indispensable de Magia Ordinaria). Loa de los últimos cursos se preparaban para el ÉXTASIS (EXámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas), la titulación más alta que ofrecía Hogwarts. Los prefectos se ponían cada vez más nerviosos y castigaban muy severamente a cualquiera que interrumpiera por las tardes el silencio de la sala común.

LUNES

9 en punto: Cuidado de Criaturas Mágicas
9 en punto: Encantamientos
Comida
1 en punto: Transformaciones
1 en punto: Aritmancia

—Estudia y no pienses en comer hasta que hayas terminado —le dijo Snape a Sienna cuando fue a beber té con él un día antes de los exámenes.

—Estoy nerviosa —admitió Sienna—. ¿Y si en Aritmancia calculo mal y los números son incorrectos?

—No pienses en eso porque puede pasar —advirtió Snape.

Sienna asintió y luego se despidió para regresar a su dormitorio a dormir.

Al día siguiente fueron los exámenes y el colegio se sumió en un inusual silencio. Los alumnos de tercero salieron del examen de Encantamientos el lunes a la hora de la comida, agotados y lívidos, comparando lo que habían hecho y quejándose de la dificultad de los ejercicios, que era el encantamiento estimulante.

Después de una comida apresurada, la clase volvió a subir para el examen de Transformaciones. Sienna estaba segura de que tu tortuga era perfecta, la revisó por todos lados y ella no había visto ningún rastro de la tetera en ella. Después de cenar; los alumnos se fueron inmediatamente a sus respectivas salas comunes, pero no a relajarse, sino a repasar Cuidado de Criaturas Mágicas, Pociones, DCAO y astronomía, exámenes que se daban al día siguiente.

Aquella mañana tuvieron el examen de Pociones: fue maravilloso. Casi a la primera, Sienna consiguió que espesara su «receta para confundir», y Snape, que miraba cada movimiento de su hija con disimulado orgullo garabateó en el espacio de la nota, antes de alejarse, algo que sin duda era un diez. A media noche, arriba, en la torre más alta, tuvieron el de Astronomía.

Hagrid presidió el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, que se celebró la mañana siguiente, con un aire ciertamente preocupado. Parecía tener la cabeza en otra parte. Había llevado un gran cubo de gusarajos al aula, y les dijo que para aprobar tenían que conservar el gusarajo vivo durante una hora. Como los gusarajos vivían mejor si se los dejaba en paz, resultó el examen más sencillo que habían tenido nunca, y Sienna tuvo tiempo de estudiar para otro exámen, con permiso de Hagrid.

—¿Hay algo que te preocupe, Hagrid? —preguntó Sienna con delicadeza al ver a Hagrid totalmente ido.

—Buckbeak —contestó deprimido.

—¿Tu hipogrifo?

—Ese. ¿Qué hubieras opinado de él?

Sienna no necesitó pensarlo.

La Hija de Snape  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora