La Hija de Snape

Vacaciones de Verano

Por fin había terminado el curso. Snape le dió una guía de lo que verían el próximo curso y Sienna devoró los libros de pociones que su madre tenía en el librero. Aún estaba en contacto con Neville y recibía una ocasional carta de Hannah.

Rebecca no se veía mejor después de que se enteró de que el profesor de su hija era su padre. Pero consiguió ocultarlo para que Sienna no hiciera preguntas. Constantemente Severus le mandaba cartas a Rebecca.

Rebecca

Creo que la razón por la que no le quieres contar a Sienna que yo soy su padre no es porque ella no esté preparada. Espero que no te sientas atacada, pero la que no está preparada para decírselo eres tú.

Sienna es una niña muy inteligente y si se lo dices, lo entenderá, ella no es mala ni vengativa, dudo mucho que te odie si se lo dices. Pero eres su madre, tu decides cuándo decírselo. Yo conozco a Sienna desde hace un año, así que no tengo derecho a decírselo sin tu consentimiento.

PD: me gustaría que me contaras algo sobre la infancia de Sienna. Me gustaría conocerla mejor.

S. T. S.

Rebecca había cumplido con la última petición. Pero se negaba a decirle a Sienna la identidad de su padre.

Rebecca y Snape se veían muy seguido después de que Rebecca salía de trabajar del departamento de Relaciones Exteriores del Ministerio.

Últimamente se había topado con un tipo atractivo llamado Gilderoy Lockhart. Lo que tenía de bello lo tenía de enfadoso, engreído y egoísta. La había invitado a salir, pero en ese momento apareció Severus y la sacó de un buen embrollo con El Profeta. Desapareciendo justo antes de que los reporteros y fotógrafos llegasen.

Sienna estaba esperando la lechuza que tendría los libros que debía de comprar para su próximo curso.

—¡Cariño! —gritó Rebecca—. Te dejé el desayuno en la cocina, ven por el antes de que Henriette se lo coma.

—Claro. Ahora voy.

Bajo las escaleras y por la red flu apareció Snape.

—Buenos días —saludó Snape tranquilamente.

—¡Buenos días, profesor! —saludó Sienna contenta de tener con quien socializar.

Snape estuvo a punto de decirle «Llámame papá», pero se mordió la lengua sintiéndose mal de repente.

—A su madre le agradó la idea de que le diera lecciones extra de pociones, para no perder la práctica —le comentó—. Los movimientos de la varita los haré yo, para que no haya problemas por usar magia fuera del colegio.

—Por supuesto —Sienna sonrió—. Gracias.

—No es nada.

—¿Ya has desayunado? —le preguntó Rebecca a Snape—. He preparado el desayuno para ambos. Bueno, ya me voy. Tengan un buen día.

—Muchas gracias —agradeció Snape—. Qué te vaya bien.

—Gracias. Y Sienna —la aludida la miró—. Sé niña buena.

—Siempre —sonrió ella—. Qué te vaya bien en el trabajo, mami.

—Gracias, cariño. Vuelvo más tarde.

—Bien.

Rebecca salió. Ella y Snape acordaron que le daría repasos de pociones dos veces por semana como excusa para que Severus conviviera con su hija.

—¿Desayunamos? —preguntó Sienna. Su estómago rugía y de repente se fijó en que su profesor era muy delgado.

—Por supuesto. Lo que sea que tu madre haya preparado huele bien —comentó.