Primer Día de Clases

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Sienna despertó temprano de la emoción. Henriette seguía dormida y se quejó cuando Sienna abandonó el lugar a su lado.

—Volveré más tarde —prometió—. Voy a desayunar.

Le dejó un plato de plata a Henriette con su comida para gato y salió con sus cosas.

Aún no tenía amigos pero tampoco se veía afectada por eso. Iba más decidida a sacar unas notas buenas que a socializar. Donde vivía no habían muchos niños de su edad así que tampoco sabía cómo hacer amigos.

El prefecto de Hufflepuff pasó a entregarle una hoja con el horario de clases.

—Gracias —Sienna se dedicó a comer y leer el horario. Parecía que Pociones, Encantamientos y Transformaciones eran las más importantes de todas, eran las que más se repetían.

Su primer clase era pociones, con Ravenclaw. Sienna se apresuró a desayunar y regresó a las mazmorras, pero está vez fue más allá de las cocinas. Se encontró parada frente a una puerta cerrada, se escuchaban voces, pero dudó un poco si entrar o no. Estaba a punto de tocar la puerta cuando escuchó unos pasos detrás de ella y una voz fría y sarcástica habló:

—¿Tiene clase de pociones, señorita?

—Sí, profesor... —Sienna trató de recordar el apellido que había leído en el horario.

—Profesor Snape —le aclaró—. Una de los ocho alumnos puntuales. Pase al aula, solo espero que no sea una de esas alcornoques a los que les tengo que enseñar.

—No señor —Sienna sintió como tenía muchas posibilidades de reprobar esa materia.

Su madre nunca le había pedido ayuda para hacer pociones y tampoco le permitía ayudarla bajo el argumento de que era muy pequeña para usar dagas y que los ingredientes eran peligrosos al ser mezclados. Así que Sienna solo sabía lo que había leído, que esperaba que fuera suficiente.

Se sentó en la mesa que estaba al frente del escritorio del profesor Snape y se quedó en silencio leyendo el libro de pociones hasta que la clase entera llegara.

Al cabo de un rato, Sienna no se había percatado de que ya estaban todos ahí. Snape se levantó y puso su mano justo en el párrafo dónde Sienna estaba leyendo. Sienna lo miró extrañada y luego se dió cuenta de que todos esperaban por ella. Se sonrojo un poco y cerró el libro algo avergonzada.

—Perdone —habló con voz pequeña.

Snape dió inicio a su clase ignorando por completo a Sienna.

Comenzó tomando lista. Cuando Sienna dijo «presente», snape la miró a los ojos. Ella esperaba que hiciera un comentario despectivo por sus ojos, como había criticado las trenzas de muñeca de trapo de Susan. Pero no dijo nada, solo desvió la mirada y continuó.

—Ustedes están aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de
hacer pociones —comenzó. Hablaba casi en un susurro, pero se le entendía todo. Ese profesor parecía tener el don de mantener a la clase en silencio, sin ningún esfuerzo—. Aquí habrá muy poco de estúpidos movimientos de varita y muchos de ustedes dudarán que esto sea magia. No espero que lleguen a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos —Sienna comenzó a imaginar todo lo que escuchaba—... Puedo enseñarles cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte —Sienna estaba emocionada mientras escuchaba hipnotizada las palabras—... si son algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.

Sienna no estaba dispuesta a ser uno de esos alcornoques.

Snape hizo una serie de preguntas aleatorias en las que Sienna no pudo contestar ya que Snape la ignoraba cada que alzaba la mano, y cuando no lo hacia, la ignoraba de todos modos.

La Hija de Snape  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora