La Segunda Prueba

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El día de la segunda prueba, Sienna se despertó animada.

-¡Al lago! -rugió mientras se levantaba de un salto con la pijama aún puesta.

-A dormir -se quejó Snape a su lado tomándola de la mano y acostándola de nuevo a la cama.

-Empieza a las nueve y media ¡Vamos!

-Claro que vamos -repitió Snape-. ¡Vamos a dormir!

Sienna bufó. Corrió al cajón de ropa que tenía en la habitación de su padre y sacó un suéter que le había comprado Isak con el emblema de Hogwarts. Se la puso y en el perchero de su padre sacó su habitual túnica negra, la lanzó al aire y aterrizó en el rostro de su padre.

-¿Qué parte de "a dormir" no entendiste? -refunfuñó sin quitarse la túnica negra de la cara.

-¡Papá! -se quejó Sienna.

-Bien -gruñó y Sienna sonrió.

Sienna buscó sus zapatos bajo la cama de Snape mientras él entraba al baño a quitarse su camisón y ponerse su túnica negra.

-¡Me debes un helado de fresa babosa por despertarme temprano! -gritó Snape desde el baño.

-¡Pero si en días de clase te levantas mas temprano! -reclamó Sienna desconcertada.

-Pero hoy no es día de clase -repuso Snape saliendo del baño-. Cámbiate rápido que llegaras tarde a desayunar -añadió.

Sienna arrastró los pies de ida al baño haciendo reír a Snape y se cambió lo más lento que pudo.

-Creo que iré solo a las cocinas. Oí que los panecillos estarían rellenos de carne con papas y queso...

No había terminado de decir eso cuando Sienna ya se encontraba a su lado tomando su mano lista para salir.

-Estoy lista -sonrió.

-Ya era hora -susurró Snape-. Vamos rápido a las cocinas, te agarras tu bandeja muy discretamente y busca un buen lugar en las tribunas.

Sienna asintió. Al llegar a las cocinas, los elfos llegaron a ellos con una bandeja para casa uno, Sienna agradeció la bandeja y pidió una jarra de jugo de calabaza, los elfos se la dieron gustosos y tras un breve agradecimiento, Sienna y su padre salieron de las cocinas, Sienna hasta el tope de panecillos con carne y Snape sin nada en sus manos.

-¡No desayunaste nada!

-Yo no soy un glotón, amor -se defendió Snape-. Solo necesito llenar un poco mi estómago y con eso aguanto.

Nota de autor: confirmo lo de Snape. Les confieso que yo como solo dos veces al día, y de la última comida al desayuno pueden pasar hasta 16 horas. Quizá sea este mal hábito lo que chingó mis riñones 😬

Sienna miró a Snape pensando que comía demasiado, pero luego desechó la idea tras recordar que su tío le había dicho que ella comía suficiente.

-Tengo que ponerme en un lugar con los maestros, Sienna -le dijo Snape-. Puedes sentarte con Longbottom o con el Étienne ese, pero no los beses.

Sienna se puso roja y Snape caminó a donde estaban el resto de los profesores aguantándose las ganas de reír.

Al bajar por la explanada, vio que las mismas tribunas que habían rodeado en noviembre el cercado de los dragones estaban ahora dispuestas a lo largo de una de las orillas del lago. Sienna subió las escaleras y buscó un lugar en las gradas. Encontró el lugar perfecto, bastante cerca de donde se encontraban los profesores, desde ahí se veía todo. Tan cerca de ellos que Snape le quitó un pacecillo a la bandeja de Sienna de la manera más descarada posible.

La Hija de Snape  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora