Carta de Hogwarts

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-¡Feliz cumpleaños! -rugió Rebecca despertando a Sienna-. Once años, ¿Cuándo creciste tanto? Aún recuerdo cuando naciste -le dijo dulcemente.

Por un momento recordó lo que había pasado con sus padres exactamente once años atrás, sacudió ligeramente la cabeza, era el día de su hija, no había espacio ni para el recuerdo de sus padres.

-Oh, creí que aún era joven -se quejó Sienna tapándose la cara con las almohadas.

Rebecca rió suavemente y se acostó al lado de su hija.

-¿A donde quieres ir hoy?

-¡A la heladería de Florean Fortescue! -chilló feliz-. Hace unos días, llegó un volante de un nuevo pastel de helado.

-Ummm, niña glotona. Bien, cámbiate y péinate. Vamos a la heladería entonces.

-¡Genial! -Sienna saltó de su cama directo al armario y tomó un vestido amarillo de tirantes hasta las rodillas y una diadema de piedras negras, con sus zapatos negros también y la capa.

-Bien. Te espero en la sala

Rebecca bajó las escaleras pensando en dónde habría una escuela mágica para que su hija asistiera. Las maestras de Sienna le mencionaron de un lugar llamado Hogwarts, una escuela para magos y brujas de Gran Bretaña. Pero lo único que ataba a Sienna a Gran Bretaña, era su padre desconocido.

Lo único que Rebecca recordaba del padre de Sienna era una voz sarcástica carente de emoción, Rebecca no quería un padre así para su hija, se preguntó si era necesario saber de ese hombre todavía.

Justo cuando Sienna bajo las escaleras, la red flu se activó y una mujer de rostro severo les dirigió una amable sonrisa.

-Buenos días, señoritas Peterson.

-Buen día, señora...

-McGonagall, Minerva McGonagall.

-Ok... Eh, tome asiento, ¿Gusta algo de beber?

-Cualquier bebida fría estaría bien, querida, gracias. Hoy es un día bastante caluroso.

Sienna se quedó estática mirando a la mujer. Tenía cara de ser terriblemente justa, alguien con quién no querrías tener problemas de ningún tipo.

-Señorita Sienna Thalassa Peterson. Un gusto conocerla por fin.

-Hola -saludó tímida-¿Sabía ya de mi?

-Por supuesto, desde que el ministerio confirmó que es ciudadana permanente de la Gran Bretaña mágica, su nombre fue escrito en la lista de alumnos del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

-Colegio de Magia -repitió Sienna en tono soñador-. ¿Y yo puedo ir ahí? -preguntó mientras su madre regresaba con un generoso vaso de zumo de calabaza fresco y se lo ofrecía a McGonagall.

-Gracias, querida -le dijo amablemente a Rebecca-. Por supuesto que puedes, es por eso que me encuentro aquí.

Rebecca tomó asiento en el sillón frente a McGonagall y Sienna se sentó junto a ella para escuchar las palabras de la mujer.

-Le estaba explicando a su hija, que hay un colegio de magia al que su hija puede asistir, es el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería para magos y brujas de Gran Bretaña.

-Oh, dios. Es... Es justo lo que necesitaba saber -Rebecca se mostró muy interesada en lo que le dijo McGonagall-. Las maestras de mi hija me sugirieron esa escuela. Pero...

-¿Cuál es su duda, señorita? -preguntó. Sienna se preguntó si McGonagall era profesora.

-Mi hija nació en América -le dijo-. Lo único que mi hija tiene en común con el resto de los británicos, es su padre, quien también lo es.

La Hija de Snape  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora