📅 Lunes
No he dormido casi nada esta noche. Me la he pasado dándole vueltas a la cabeza una y otra vez, y si, llorando. Hacía mucho tiempo que no lloraba por un tío. Creo que desde que estaba en el instituto no había vuelto a hacerlo. Me siento mal, triste y sin ganas de nada. Es una pena haber perdido algo que he tenido durante tan poco tiempo.
Sé que estoy siendo muy dramática, pero siento que entre nosotros todo ha terminado. Y es que encima ya ni podemos seguir viéndonos como amigos. Aunque supongo que esto es lo mejor para los dos, bueno, más bien para mí porque al final soy yo la que me he calentado la cabeza y he arrojado la toalla.
En clase no he estado prestando atención. Ainara se ha dado cuenta de que me pasaba algo y cuando se lo he contado se ha cabreado muchísimo con Ferran. Dice que cuando lo vea le va a dar una paliza por capullo. Por supuesto me ha jurado que ella no sabe nada de lo de las drogas, pero que no le extrañaría que Alex traficara. Me ha dicho que no merece la pena que nos peleemos por culpa de un capullo como Ferran. Aunque yo no sé ya ni lo que pensar.
Como no tenía ganas de estar en clase, me fui al único sitio donde sé que podía distraerme y nadie me molestaría, en la pastelería. En cuanto entré y Annette me vio la cara, se limitó a negar con su cabeza y me dejó en el obrador. Hornear me relaja. Crear me tranquiliza. Y según Annette la que gana cuando estoy mal es ella, porque lo que sale de mis manos es totalmente increíble. No sé la de croissanes rellenos de crema de plátano, de albaricoque y de fresa que he hecho. También una tarta de almendras y otra de chocolate con galletas. Es ya media tarde cuando Annette entra en el obrador.
- Déjalo ya Naroa -me dice quitándome el delantal- Por hoy ya es suficiente cariño.
La miro asintiendo y le doy un gran abrazo conteniendo mis lágrimas. Voy hacia el perchero y cojo mi chaqueta para ponérmela. Después me pongo mi bolso cruzándolo y salgo del obrador. No me he traído el coche, así que iré dando un paseo hasta que me canse y coja el autobús. Necesito que el aire fresco me dé en la cara para despejarme. Necesito pensar en como voy a hacer para olvidarlo, para dejar de sentir esto que siento por Kepa.
Es poner un pie en la calle cuando siento como se me erizan los pelos de la nuca. Alzo mis ojos y jadeo de la impresión. Kepa está aparcado justo en la puerta del obrador. Está fuera del coche y me mira fijamente. Lo veo enderezarse y venir hacia mí andando despacio. No creí que fuera a echarlo de menos hasta que lo he visto. No creí que iba a costarme tanto no estar sin él. Pero está aquí. Lo está.
Me mira sin saber que decir y yo no me lo pienso. Bastante pensé anoche. Bastante me comí la cabeza. Salgo corriendo los pocos pasos que me separan de él y me arrojo a sus brazos dejando que él me alze y que mis piernas se enrosquen en su cintura. Pongo mis manos en su cuello y es mirarnos y besarnos. Sus labios me hacen estallar en cuanto prueban los míos. Nuestras bocas se rozan, se muerden y se buscan una y otra vez, hasta que él me separa y se da la vuelta para apoyarme en el capó de su coche. Kepa pone sus manos en mis mejillas colocándose entre mis piernas. Y yo siento ahora mismo que mi corazón se me va a salir del pecho de un momento a otro sobre todo como siga mirándome como lo hace ahora.
ESTÁS LEYENDO
Eres mi rincón perdido
RomanceKepa y Naroa. Lugar equivocado. Momento perfecto. Cuando ambos se encuentren, el corazón será el que mande y el destino quien los una. Una fiesta exclusiva. Nadie debe saberlo. Todos se conocen, nadie te juzga. ¿Y ellos que harán? ¿Jugarán a quere...