21. Creo que me estás provocando

1.8K 143 51
                                    

📅 MÁS TARDE 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

📅 MÁS TARDE 

Me es muy difícil apartar mi mirada de Naroa. Está preciosa con esa falda. Al sentarse se le ha subido hasta mitad del muslo y me está dando una panorámica de sus piernas que me están poniendo cardíaco.

- Mira la carretera Arri. Me gustaría llegar viva a casa de tus amigos - Naroa se ríe mientras me mira alzando sus ojos.

- La culpa es tuya por provocarme.

Pongo mi mano derecha en su muslo y dejo que mis dedos acaricien con suavidad su piel a través de las medias. Naroa se moja los labios mientras me mira y yo aprovecho y voy subiendo cada vez más mi mano hasta rozar el encaje de sus medias.

- Kepa. ¿Y si te dijera que nunca lo he hecho en un coche?

Naroa me lanza una mirada traviesa mientras mi mano sigue subiendo hasta llegar a tocar su centro. Ella suelta un jadeo y se muerde los labios mientras me mira.

- Pues te diría que, primero, estamos a cinco minutos de la casa de Marcos y segundo, que no tengo ni un puto preservativo aquí. He comprado esta mañana y los tengo en casa.

- ¡Qué pena que yo esté tomando la píldora!

Abro mis ojos como platos y la miro sorprendido. Saco mi mano de dentro de sus muslos y la miro.

- ¿Cómo que la píldora? ¿Desde cuando la tomas?

- Desde hace un montón de años... por mis reglas...

- ¿Y eso porqué no me lo habías dicho? Yo gastándome el sueldo en condones y tú tomando la píldora...

Naroa se echa a reír mientras vuelve a morderse los labios. Hoy los lleva de un color cereza que me está volviendo loco.

- Kepa. Llevamos como aquel que dice 2 días acostándonos juntos... no quería obligarte...pues por si...

- Por si creía que era pronto.

- Algo así. O por si pensabas que era una lagarta que quería que le hicieras un hijo.

- Ni eres una lagarta ni pienso que quieras hacer eso Naroa.

Miro hacia el frente y Naroa y yo estamos unos segundos que me parecen eternos sin hablarnos. Antes de llegar a casa de Marcos tengo que pasar cerca de un polígono de naves industriales, en vez de bordearlo decido atravesarlo y aparco el coche en la calle más desierta que veo.

Me quito el cinturón y me acerco a ella cogiéndola del cuello para besarla. Es un beso duro, exigente, porque ahora mismo lo único que quiero es estar dentro de ella. Mis labios quieren todo de Naroa y así se lo demuestro besándola hambriento de su boca.
Le desabrocho el cinturón de seguridad y ella me mira confundida.

- Ven aquí Naroa.

Echo el asiento un poco hacia atrás y me desabrocho los pantalones liberandome el pene el cual está bastante duro deseando hundirse en su interior.

Eres mi rincón perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora