4. La Proposición

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Miro a Ainara sin poder creerme lo que me cuenta

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Miro a Ainara sin poder creerme lo que me cuenta. Ella se muerde los labios pero mantiene la calma mientras me mira fijamente. Yo no puedo evitar ponerme a dar paseos por el comedor. Me paro enfrente de ella mirándola aún muy confundida y bastante sorprendida. Cuando mi amiga empezó a hablar creí que era una broma lo que me proponía. Pero a medida que pasan los minutos, me doy cuenta de que no, de que lo me dice es verdad. Una verdad que no sé si me gusta.

- Dime algo Naroa. Me estás poniendo nerviosa -Ainara retuerce sus manos mientras resopla moviendo su flequillo.

- Es que... joder. Estoy que lo flipo -me acerco a ella y me siento a su lado en el sofá- ¿puedes explicármelo otra vez? es que creo que no me he enterado bien.

- ¿Qué quieres que te explique?

- Pues...¡todo! es que...no sé me da la sensación que...y no te lo tomes a mal...pero como que me acabas de invitar a una fiesta donde van tíos famosos y putas...

-Escort, se dice escort Naroa...y bueno, no es así, pero... -Ainara me mira avergonzada y con un ligero rubor en sus mejillas.

- ¿Escort? Vale, pues escort. La forma fina de decir puta de toda la vida, Ainara.

Ella me mira con gesto serio y con algo de dolor en sus ojos.

- Ay, joder, lo siento, creo que te estoy haciendo sentir mal. Pero entiéndeme, me has dejado descolocada.

- Créeme, a veces cuando yo me paro a pensarlo también me siento mal, pero...hay que vivir Naroa, y tampoco estoy haciendo nada malo. Me acuesto con quien quiero y cuando quiero...

- Y encima te pagan...¿con quién lo has hecho?

Ainara me mira mordiéndose los labios porque me ha salido la vena cotilla y desde que me ha propuesto lo que me ha propuesto estoy intentando procesar todo lo que me dice para aceptar que si, que es verdad que mi amiga es una ¿escort?

- Naroa, mejor que no lo sepas. Firmé un contrato de confidencialidad y no puedo hablar de ello.

- Por lo menos espero que estuviera bueno con quien lo hicieras -le digo intentando hacerla sonreír, cuando yo estoy de los nervios.

- Si, algunos buenos y otros muy simpáticos... -Ainara se ríe mientras yo abro cada vez más mis ojos.

- Por lo menos podrás decirme como acabaste...siendo una "señorita de compañía" -miro a Ainara y sé que le está costando un montón contarme lo que me cuenta, se lo noto en la cara. Pero dice mucho de ella que haya tenido el valor de decírmelo a mi.

- Naroa, esto no lo sabe nadie. Tienes que jurarme que no contarás nada. Me meterías en un lío a mi y a otras personas -la voz de Ainara es ahora muy seria e incluso la veo tensarse mientras me habla.

- Sabes que no. No voy a contarle nada a nadie. Aparte de que es un tema muy delicado, son cosas íntimas tuyas...

- Gracias... a ver por donde empiezo. El año pasado, sería después de verano, si, después. Tú estabas con las prácticas en aquel horrible museo...

Eres mi rincón perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora