51. Los abuelos Arrizabalaga

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📅 MÁS TARDE

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📅 MÁS TARDE

Al final me dormí un ratito en el coche. Pero solo un ratito. Kepa y yo nos hemos pasado todo el viaje haciendo planes de futuro. En cuanto volvamos de San Juan dejo mi piso y me voy a vivir con él a su casa. Hemos tenido que decidir algunas cosas, sobre todo para cuando nazca el bebé. Lo que pasa es que a mi me da un miedo terrible a hacer planes de futuro con sólo tres meses de embarazo. Es que podría pasar cualquier cosa. A medida que nos vamos acercando a Ondarroa me voy poniendo más nerviosa. Me revuelvo incómoda en mi asiento y no paro de resoplar. 

- ¿Que te pasa Naroa?

- Que estoy pensando.

- ¿En qué?

- ¿Y si tus padres nos preguntan por qué no se lo hemos dicho antes? -le digo algo agobiada.

- Pues les diremos que hemos querido esperar hasta estar seguros, ya está.

- ¿Y no le vas a contar que yo no sabía quien...?

- No, Naroa no. Eso es algo tuyo y mío. Mis padres no tienen por qué saberlo todo.

- Que si tú quieres contárselo, lo entenderé.

Kepa se gira y lo veo resoplar y llevarse las manos a la cara. Ya estamos en Ondarroa y en cinco minutos llegamos a casa de sus padres. Él conduce unos metros más y aparca el coche a un lado de la acera. Se gira completamente para hablar conmigo.

- Naroa. Que yo no voy a contarles nada. Mis padres no necesitan saber ciertas cosas amor. Lo importante es que tú estás embarazada, que vamos a tener un hijo juntos. No le des más vueltas cariño.

- Vale. De acuerdo -me cruzo de brazos no muy convencida.

- Nunca te echaré en cara lo de Jax Naroa. Nos hicimos ambos una promesa por nuestro bebé y eso es sagrado.

- Está bien.

Kepa me coge de la cara y se acerca a mi para darme un largo y profundo beso, de esos de los que te dan ganas de sentarte encima suya y echar un buen polvo en el coche. Cuando nos separamos me muerdo los labios riéndome.

- ¿Y ahora de qué te ríes?

- De que estoy deseando vivir contigo Kepa -le digo cambiando de tema.

- Y yo también. Te quiero tanto mi dulce. 

- Prométeme una cosa. Que no nos llamaremos mami ni papi entre nosotros. Es que me parece una cursilada.

- A mi también me lo parece. Aunque eres una mami cañón.

Kepa se acerca a mi de nuevo poniendo una de sus manos en mi mejilla. Sus labios se acercan a los míos y me besan muy lentamente. Sus besos lentos me matan y a la vez me ponen a doscientos. Putas hormonas. Estoy cachonda perdida por este hombre a la menor ocasión.

Eres mi rincón perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora