capítulo 41.

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Durante la cena no volvieron a tocar el tema, simplemente conversaron sobre algunas cosas que se podían decir del trabajo, la familia y sobre los Bakugo

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Durante la cena no volvieron a tocar el tema, simplemente conversaron sobre algunas cosas que se podían decir del trabajo, la familia y sobre los Bakugo.

El chef también se había acercado a platicar y a agradecerles la visita, Sato les regaló el postre, que consistía en un volcán de chocolate para Daichi y mochis para Ochako.

Al volver al auto, está vez estaba conduciendo Daichi, quién a mitad de camino se le había borrado todo rastro de alegria en el rostro.

-tienes que hablar con Kodai, dice que sabe algo importante y que debes saberlo, aunque no nos dice nada a nosotros- Ochako asintió levemente.

-crees que es sobre la investigación?- el mayor se encogió de hombros.

-no lo sé, pero me parece bastante estúpido que hasta infiltraran a una extranjera, no te voy a mentir, creo que esto es más grande de lo que parece- ella suspiró y se acomodó en el asiento.

-lo se...- ninguno dijo más.

Llegaron en silencio a un viejo edificio a las afueras de la ciudad, allí también estaban Tsuyu, Toru, Sero, Kaminari y Kirishima.

-que hace Kirishima aquí?- el pelirrojo estaba extrañamente serio.

-yo lo mandé a llamar, debe saber que sucede cuando alguien hace una mala jugada y ella lo está exigiendo, dice que si no están los dos no hablará- la castaña asintió.

Pararon el auto y se bajaron, al reunirse todos, entraron a dónde estaba Kodai, allí había también más matones de la yakuza.

-Kodai.- la pelinegra está atada de manos en medio del salón, apenas unos treinta centímetros sobre el piso.

-al parecer escucharon mi pedido, es un gusto volver a verte Uraraka-san, hacia mucho no la veía- la castaña gruño.

-levanta la cabeza rata traidora- la pelinegra se rió ante el comentario de Sero, aunque si levantó la vista.

-esta muy hermosa mi señora- Ochako caminó hasta estar frente a ella y le escupió la cara.

-al punto- la chica estaba toda golpeada, aunque parecía no importarle.

-lo diré solo con Ochako Uraraka y Eijiro Kirishima presentes.- Daichi iba a hablar, aunque lo detuvo la mano de su hija en alto.

-todos fuera. Sin protestas- la castaña no despegaba la mirada de la pelinegra, quién sonreía altaneramente.

De a poco el salón se fue vaciando, hasta solo quedar ellos tres presentes.

-habla.- Kirishima se posicionó detrás de Uraraka.

-sabias que tu cabeza la quieren como siete países? Vale mucho Uraraka-san- la nombrada gruño.

-al punto.- la gruesa voz de él, dió a entender que tampoco estaba de humor.

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