capítulo 49.

140 21 15
                                    

Lo único que sonaba eran los disparos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo único que sonaba eran los disparos.

En un rápido movimiento Daichi volteó la mesa arrastrando a su hija para que se cubran y pudiesen disparar desde allí.

Ochako pudo apreciar como desconocidos se habían metido a disparar también, seguramente hombres de alguno de los principales invitados.

El Uraraka captó movimiento fugaz detrás suyo y se dió vuelta disparando, aunque en ese momento se había quedado sin balas y los cartuchos los tenía su hija.

Sin muchas otras opciones, se dispuso a intentar pelear a puño cerrado contra un hombre con cuchilla en mano.

Antes de siquiera dar un paso, Ochako ya le había colocado un cartucho y una nueva arma en sus manos, antes de siquiera decir algo, la chica se tiró sobre el hombre y le cortó la garganta directamente con una daga sin titubear.

Sin decirse nada, siguieron con lo suyo.

Ochako nuevamente volvió hacia el frente disparando a matar, por medio de la periferia de su vista pudo notar como Kaminari y Sero se comenzaban a unir a la balacera.

De a poco todos los enemigos iban muriendo, solo quedaban unos pocos, ocho aproximadamente.

La Uraraka menor comenzó a escabullirse con cuidado para no ser vista e ir un poco más cerca de los hombres y poder disparar desde otro ángulo.

Cuando estaba apuntando a punto de disparar, una mano de improviso le tapo la boca, empujándola hacia atrás, le quitaron el arma de la mano y comenzaron a arrastrarla fuera de la habitación.

Al cruzar una puerta, sintió como otros hombres cubiertos enteramente de negro la atrapaban y la inmovilizaban, a pesar de que intentaba liberarse no podía.

La arrastraron un gran trecho por medio de un pasillo cerrado, apenas iluminado, al doblar la dejaron quieta, vió como uno de los sujetos le estaba acercando una jeringa y comenzó a agitarse más.

Logró safar su pierna, darle una patada al hombre frente a ella, haciendo que este perdiera el equilibrio y en un vano intento de no caerse, de agarró del hombre con la jeringa, quién también se cayó.

Usando eso a su favor, Ochako llevó su pie hacia atrás y empujó hacia adelante la rodilla del hombre que la estaba privando de oxígeno, haciendo así que debilitara el agarré por escasos segundos y pudiese salir.

Apenas dejo de estar inmovilizada, agarrando una de las cuchillas que tenía, mato a cada uno rápidamente en sus pechos y gargantas.

Al terminar, recuperó su arma, pero también les quitó una moderna ametralladora automática, la castaña verificó que no haya nadie más en aquel pasillo antes de caminar en dirección a donde la llevaban.

Escuchó ruido desde la puerta seguido de pasos,  automáticamente se puso en guardia, internamente rezando por quién sea qué estuviera yendo hacía ella no la matara apenas la viera.

Vinilos Y Disparos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora