capítulo 53.

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-quédate quieta niña- Ochako bufó

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-quédate quieta niña- Ochako bufó.

-cambia ese ánimo señorita, es un grato gusto que Chiyo haya querido ayudarte- la castaña pareció avergonzada.

-lo lamento- ambos mayores parecieron conformes, Ochako miró a la moteada televisión -suba el volúmen a la televisión por favor-

-...según nuestro compañero que estuvo a esa hora en la huida de la heredera Uraraka junto al joven prestigiado Bakugo, ellos dos iban completamente llenos de sangre, ambos llorando por la muerte de Daichi Uraraka, ex jefe de la yakuza más poderosa de Japón y casi que del mundo también.

Los jóvenes iban sosteniendo sus manos entre sí, además, cabe mencionar, que los dos, repito. Los dos, iban cubiertos totalmente de sangre, en varios de los vídeos de quienes pudieron grabar se ve claramente los moretones a lo largo de las piernas, el torso, los brazos y el rostro de la señorita Uraraka, pero también vemos cómo está herida por varias partes ¿Será este el inicio de una guerra? Quédense para ma...- fue Torino quién volvió a silenciar.

-niña no les hagas caso...- la castaña respiró hondo.

-gracias por dejar que me quedé con ustedes, realmente no sé cómo agradecerles- los mayores le restaron importancia.

-no importa, si no quisiéramos hacer esto ya te hubiésemos entregado a la policía o te hubiésemos cerrado la puerta en la cara- la joven sonrió de lado.

-además, ustedes hicieron mucho por ambos, es justo. Sin tu padre seguramente ninguno de nosotros estaríamos aquí- con eso Ochako terminó sonriendo dolorosamente.

Hace tan solo unos meses se había enterado que su padre había ayudado a la señora Chiyo de joven a salir de un matrimonio tóxico y que al señor Torino, la mayoría de sus deudas con la yakuza del norte, Daichi se las pagó por voluntad propia, a cambio de no meterse más en problemas.

Ambos mayores eran realmente buenas y dulces personas, dispuestas a cuidar por corto tiempo indefinido a Ochako.

Su celular sonando la sacó de sus pensamientos, miró dudativa a los mayores.

-adelante niña, contesta- la menor asintió y contesto.

-bien?...

...de acuerdo...

...todos ya se fueron?...

...okey...

...muchas gracias Aizawa-san...

...de acuerdo, estamos en contacto, el dinero ya está depositado- con eso Ochako colgó la llamada.

-ya todos viajaron?- la joven asintió suspirando.

-así es, solo faltarían los Bakugo y Kirishima, eran los únicos que no tenían pasaje ya que se supone que no estarían relacionados- Chiyo le acarició la cabeza.

-estarán bien niña, pero debes hablar aunque sea por llamada con el señor Bakugo, ví que le rechazaste todas y cada una de las llamadas- Uraraka se enderezó.

-iba a hacer eso, pero primero debo cambiarme y esconderme, ahora soy el centro de atención de todo Japón- los mayores sonrieron.

-eso déjamelo a mí, tú ve a bañarte, ya tanto olor a sangre me marea- Torino dicho eso se fue de la habitación.

-ven, es por aquí Ochako-chan- Chiyo guío a la castaña hasta el baño, le indico donde estaba cada cosa y la dejó sola.

Al ya estar sola, Ochako se miró en el espejo e hizo una mueca.

Tenía todo el maquillaje corrido, sangre por cada parte de su cuerpo, realmente era cierto lo que dijeron en las noticias, estaba golpeada por todas partes, la mayoría de las heridas se había encargado Chiyo de coserlas o vendarlas.

Sin más, abandonó su vestido junto a su ropa interior para meterse a la ducha, allí se permitió nuevamente llorar.

El agua hervía, aunque no le podía importar menos, había perdido todo en una sola noche, para ganar que? Algo que nunca pudo haber querido menos.

Ella solo quería el reconocimiento y cariño de su padre.

A cambio que recibió? Buen trato los últimos meses sólo porque se iba a morir.

Casi un matrimonio a la fuerza.

Distanciarse de quién amaba para que no se muera.

Dolía.

Le dolía mucho.

Ochako sentía que si alguien la tocaba, su piel se rompería, como si de un cristal y una bola de demolición se tratase.

Quería desaparecer.

Le dolía y ardía horriblemente todo. En una sola noche todo se había perdido, todo lo que la rescataba de no hundirse se fue.

Estaba aterrada de no hacer bien las cosas y arruinarlo todo.

Le dolía cada parte de su ser y no solo por los moretones.

Se sentía perdida, confundida pero sobre todo, se sentía sola.

Ahora sí estaba más sola que nunca.

No sabía que hacer.

Ni a dónde ir.

Ni a dónde ir

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