1. Matices de Gris

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Las tareas que desempeñaría en el hospital no eran muy diferentes a lo que estaba acostumbrada

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Las tareas que desempeñaría en el hospital no eran muy diferentes a lo que estaba acostumbrada. Administración y papeleo. Sin embargo, a la hora de enseñarle, la secretaria rubia, Diane, lo hizo de forma tan atropellada y malhumorada, que Charis apenas pudo seguirle el ritmo, y no tuvo espacio de hacer preguntas.

Y a mitad de la jornada, antes de que tuviera que recurrir a ella otra vez, a riesgo de despertar suspicacias respecto a sus capacidades, recibió una mano de donde menos se hubiese esperado recibirla.

Tuvo algunas dificultades para mantener los ojos fijos en la pantalla mientras que junto a uno de sus hombros, el delgadísimo brazo del auxiliar de morgue movía el ratón del computador. No hace mucho no hubiese habido forma en que pudiera sentirse cómoda en la misma habitación con Jesse Torrance. Nunca se hubiese imaginado que un día soportaría tenerle tan cerca.

—Cuando alguien recibe atención en el hospital, queda su registro; de manera que se tenga acceso a información importante de cada paciente en el futuro. Grupo sanguíneo, patologías crónicas; alergias; antecedentes hereditarios; historial de cirugías o procedimientos... Todo con el fin de ahorrar tiempo y malentendidos. Si un paciente deja de venir por un periodo mayor a seis meses, su registro se archiva en otra carpeta.

Charis asintió. Torrance era la persona más socialmente incapacitada que había conocido nunca, pero era muy diferente en su trabajo. Se conducía con experticia; no titubeaba.

—Basta con buscar cada expediente con su número de folio aquí —puso el cursor del ratón sobre una de las pestañas del software del hospital— y tienes los datos a la mano. Únicamente tienes que corroborar número telefónico, dirección y cambios de póliza de seguros, o cuentas bancarias, y actualizarlo si hace falta.

—¿Y los pacientes nuevos? ¿Qué hay de enfermedades, procedimientos hechos en otro hospital, o...?

—Esos datos se reúnen durante la categorización; tú no tienes que preocuparte por ello.

—Entiendo.

—¿Hay... algo que no te haya quedado claro? S-si hay algo... —Volvía a titubear; volvía a ser el Jesse de siempre.

Charis movió la cabeza, divertida. Parecía que hubiera estado hablando con dos personas distintas todo ese tiempo.

—Es todo, gracias. Ojalá Diane me lo hubiera explicado así y no hubiera tenido que molestarte.

—N-no... para nada. Si tienes más dudas puedes preguntarme. O a Lydia. Ella también... conoce el sistema y... es más agradable que Diane. Mucho más —añadió más bajo, y con cierto ápice culpable.

Las alertas de Charis se dispararon de inmediato al oír ese nombre. Lydia era la enfermera que había esparcido el chisme sobre la invitación de Victor.

—Así que Lydia... —No pudo disimular la inquina refleja de su tono.

Jesse se apartó del mesón.

Monochrome | TRILOGÍA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora