4. Culpa

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La habitación estaba vacía y fría como de costumbre. Las ventanas, empañadas y amarillentas de suciedad; las baldosas del piso, opacas por el polvo acumulado de años; la única cama del cuarto, un catre viejo de somier de hierro, desecha y sin colchón. A su lado se erigía un pie de suero como un farol solitario, devolviendo los reflejos de la luz opaca que se filtraba fragmentada por las barras de la ventana rota por la que se colaba el aire frío.

Hacía muchos años que esa habitación había dejado de ocuparse. Era una de las tantas que conformaban la antigua estructura del hospital, en lo más profundo del ala más abandonada. Aquella que no había sufrido ninguna remodelación desde su construcción.

Pero Jesse la prefería así.

Gracias a que el escenario sombrío que ofrecía nunca había cambiado, le resultaba más fácil acomodar en él los elementos que se habían perdido con el tiempo y así revivir con claridad los recuerdos que albergaba para él.

Las cortinas blancas que ya no estaban, el pie de suero alguna vez ocupado por una bolsa llena, acabándose gota a gota, los pitidos del antiguo monitor cardíaco, las mantas de ese color verde enfermizo...

Y sobre el colchón que ya no estaba, prisionero de ese lecho frío, el cuerpo roto de un patético muchachito; el último paciente que había ocupado el cuarto antes de que esa ala del hospital fuera clausurada y se la tragasen las sombras.

Y sobre el colchón que ya no estaba, prisionero de ese lecho frío, el cuerpo roto de un patético muchachito; el último paciente que había ocupado el cuarto antes de que esa ala del hospital fuera clausurada y se la tragasen las sombras

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Afuera se caía el cielo en la forma de una feroz tormenta.

Las gotas de lluvia repiqueteando contra el cristal dotaban el interior de la sala de espera de una melodía que era a la vez una agradecida variación al silencio sepulcral que siempre la inundaba, pero también un recordatorio de que el invierno se iba poniendo más crudo, y que a causa de ello pronto el hospital volvería a estar repleto de víctimas del frío.

—Así que por eso actuaba tan extraño... Es un idiota —masculló Charis, después de que Daniel finalizó su relato—. Podría haber sido apuñalado.

Monochrome | TRILOGÍA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora