12. La mujer en la lluvia

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Charis jadeó a punto de ahogarse, pero sus pulmones no fueron capaces de retener ni una cuarta parte del aire antes de que el resto se le escapase otra vez

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Charis jadeó a punto de ahogarse, pero sus pulmones no fueron capaces de retener ni una cuarta parte del aire antes de que el resto se le escapase otra vez. Algo estrujaba sus costillas con tanta fuerza que no daba cabida al interior de su cuerpo a más oxígeno.

La oscuridad aplastante de sus ojos y el silencio mortal zumbando en sus oídos le dieron la impresión de que se había teletransportado en espíritu a otro lugar, lejos del horrendo escenario en el que estaba segura de haber dejado su cuerpo tras lo que tenía que haber sido el terrible impacto de la colisión. Pero ¿qué había pasado con Jesse? Tardó unos segundos en acordarse de él y empezar a sentir terror. ¿Estaba varado igual que en ella en otro sitio igual de oscuro y desesperante?

Muertos. Tenían que estar los dos muertos.

Pero, entonces, ¿por qué todavía era capaz de sentir sensaciones? La presión asfixiante alrededor del tórax, y el calor de algo envolviéndola. Un calor húmedo, acompañado de un aroma que reconoció. Que había sentido poco antes de subir al auto.

Abrió los ojos y vio otra vez la ventanilla. Sin embargo, la imagen del otro lado había cambiado por completo. No vio al automóvil que tendría que haberlos impactado, sino a la calle desierta. Y tardó unos segundos en comprender que estaba mirando a la ventanilla incorrecta. Aquella contraria a la suya.

En lo que intentaba orientarse y averiguar qué había sucedido, percibió un temblor. Pensó que venía de ella, hasta que al intentar moverse fue otra vez presa de aquella fuerza que todavía la mantenía prisionera. Llevó la mirada a un costado de su campo de visión y vio cabello negro, y bajo su barbilla percibió el filo de algo que identificó como el hombro de una persona. Fue solo entonces que entendió que lo que la aprisionaba con tanta fuerza eran dos delgados brazos.

—Jess... —masculló sobre su hombro, húmedo aún por la lluvia.

Por toda respuesta, los brazos a su alrededor se cerraron con más fuerza. Intentó alejarse, cuando se percató de que una de sus manos afianzaba la parte de atrás de su cabeza a un punto casi doloroso.

—Jess, no puedo... respirar... —jadeó.

La fuerza ejercida a su alrededor se aflojó una parte de golpe, y después el resto lo hizo de modo paulatino. Al momento de alejarse de ella y encontrarse cara a cara, Charis vio sus ojos impregnados de un terror estremecedor. Estos la recorrieron atemorizados, enajenados...

Los gritos furiosos de los conductores de ambos vehículos desde su respectiva ventanilla los trajeron a ambos de regreso a la realidad, y los brazos de Jesse terminaron de soltarla para caer sin fuerzas a los costados de su cuerpo.

Conforme parecía retornar su noción del momento, aquel empezó a respirar de modo frenético, provocando que su pecho subiera y bajara de un modo más violento con cada bocanada.

—¡Jess...! —Charis alargó una mano para tocarlo, pero él rehuyó a su tacto casi como un reflejo, y luego giró sobre su asiento hacia la puerta, de cuya manija empezó a tirar con frenesí, intentando abrir.

Monochrome | TRILOGÍA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora