Sentados en el auto, en medio del solitario aparcamiento del hospital, sin un alma alrededor afuera, Charis todavía no se atrevía a mirar a Jesse a la cara.
Había creído que él se bajaría para huir apenas aparcasen, y eso ayudó a mantener a raya su ansiedad durante el camino; pero en vez de ello, él permaneció inmóvil en su asiento. Y sin el ruido del motor, el silencio se hincó de forma ineludible.
Cuando Charis se dio el valor de mirarlo, se fijó en que él abría los labios a punto de decir algo. Aguardó nerviosa. Pero entonces Jesse abrió la puerta, susurró un «gracias» casi inaudible, y se alejó por el aparcamiento, directo al hospital.
Una vez en soledad, Charis sintió que volvía a respirar normalmente, y se hundió en su asiento con un suspiro. La noche anterior no había hecho más que disculparse por el incidente de la fotografía, y que luego cada uno se fuera a dormir por su cuenta. Sin embargo, el sentimiento de haber hecho algo malo no le permitió pegar un ojo. No volvieron a mencionar el asunto por la mañana.
Por una parte se sentía responsable; como si hubiese hurgado en una especie de herida ya cicatrizada que volviera a sangrar por su culpa, pero por otro no podía evitar sentirse injustamente acusada. ¿Cómo hubiera adivinado que una simple fotografía tendría implicancias tan serias como para que Jesse decidiera quitarle la palabra, o para que no se dignase a mirarla desde ayer? ¿Qué tan importante era en verdad la misteriosa mujer del retrato? ¿Qué significaba para él esa mujer? Más importante... alguien como ella.
Ese rostro de una belleza casi inquietante continuaba grabado en su retina...
Charis sacudió la cabeza sin querer pensar más en ello. Recuperó las llaves y se echó el bolso al hombro para bajar. Antes comprobó su maquillaje para asegurarse de que había cubierto bien los golpes. Parte de la inflamación perduraba, sobre todo cerca del pómulo, pero lo disimuló acomodándose el cabello de ese lado, esperando porque nadie más lo notase, y se bajó del auto.
Conforme caminaba al hospital, una imagen por su visión periférica la detuvo poco antes de alcanzar la entrada. Iba tan abstraída en lo sucedido que no se percató de que se sentía observada, hasta que se fijó en que, fumando cerca de la puerta, Victor Connell la seguía con los ojos.
Se observaron el uno al otro por un instante.
Pensó que él se acercaría para intentar hablar, pero no lo hizo. ¿Por qué el súbito cambio? ¿No estaba desesperado por hablar con ella? ¿No le había enviado cientos de mensajes?
Él le dio una calada a su cigarrillo y le quitó la vista. Eran los mismos de aquella noche en el club; lo supo por el olor. Pensar en ello hizo decaer sus ya mellados ánimos. Victor había pasado a la historia también. Así era el paso de todas las personas por su vida; pasajero y sin importancia... Daniel y Beth eran lo único sólido que tenía en la vida. Y hasta hacía poco, creyó que Jesse lo era también.
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Monochrome | TRILOGÍA COMPLETA
ChickLitEl viejo hospital Saint John alberga el recuerdo más negro de Charis. Charis ha abandonado la ciudad y regresado a Sansnom, su pueblo natal, para reconciliarse con su pasado, y se ha reencontrado con Daniel, su mejor amigo de la infancia, quien ejer...