3. Vieja vida nueva - Parte II

127 19 87
                                    

El camino de regreso al edificio de ambos se le pasó demasiado rápido entre cavilaciones y el silencio todavía incrustado entre ellos, aún pese a su tiempo todos juntos en la casa de campo. Para cuando llegaron, Daniel tuvo que llamar su atención tocando su hombro para que se percatase de que el auto se había detenido y se encontraban en el estacionamiento. Después, los dos bajaron en silencio y comenzaron a reunir sus cosas de la cajuela para separarse e ir cada uno a su apartamento a descansar. 

La madrugada ya amenazaba, anunciándose con temperaturas bajas y vientos poco gentiles.

Charis reunió todo en su brazo con la mirada ausente en la tarea.

—¿No crees... que Jess actuaba algo extraño hace un momento?

Vio en el gesto de Daniel, conforme este se hacía a su vez con sus propias pertenencias, que había estado a punto de negarlo, pero al final fue más fuerte aquella parte que conocía a su amigo tan bien como ella había aprendido a conocerlo el último tiempo.

—Un poco —admitió—. Supongo... que en parte es culpa mía.

Si hubiese continuado enojada con Daniel como en un principio, probablemente le hubiese dado la razón; pero se abstuvo de hacerlo. No ahora que las cosas estaban en vías de arreglarse.

—No pienses en eso.

—Sabes que es así... No le di la más acogedora de las bienvenidas. Tampoco hablamos mucho.

—Jess perdona con demasiada facilidad. Incluso ahora, dudo que te guarde rencor por... todo lo demás —cambió sus palabras para eludir a nada en concreto—. No pienso que sea ese el motivo de que actuase extraño hoy.

Daniel dio un asentimiento, poco convencido. Justo después de cerrar la cajuela, un repentino estornudo lo remeció bruscamente.

—¡Salud! —dijo Charis—. Ahora serás tú quien se resfríe.

—Tendrás que cuidarme en lugar de Beth. Fue su culpa.

Charis lo invitó a caminar con ella para salir del aparcamiento.

—Nada de eso, ya estás grande. Y ella también. Mira que meterse a nadar a principios de marzo, con este-... —El tumbo que dio al frenarse tan de golpe sobre sus pasos, casi le hizo perder el equilibrio suficiente para caerse sobre las rodillas—. Daniel... —masculló, temblorosa y comenzando a marearse.

—¿Qué sucede? —Pero ella permaneció muda, haciendo cálculos—. ¡¿Qué tienes?!, me estás asustando.

—Daniel... ¿qué día es hoy?

—Martes. No. Es miércoles.

—No, ¿qué día, como en... qué fecha?

—Hoy es nueve, ¿no?

Charis dejó car la bolsa a sus pies. Exclamó un boqueo y luego se llevó una palma a la frente.

—Es por eso... ¡Fue ayer!

—¡¿Qué cosa fue ayer?!

—No puede ser... ¡Maldición! Hoy es nueve; ayer fue ocho de marzo, Daniel, ¡ayer fue el cumpleaños de Jess! ¡¿Cómo pudimos olvidarlo?!

Todo el color se drenó de las facciones de Daniel. Charis se dio otro par de palmadas en la frente.

—Por eso actuaba tan extraño. ¡Seguramente esperaba que lo recordásemos! ¡Nos llevó allá por eso! Para pasarlo con nosotros, y lo olvidamos. ¡Y ahora lo dejamos solo, en un apartamento sucio! ¡Somos unos amigos de mierda!

Monochrome | TRILOGÍA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora