14. La Chica de California

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La mayoría de las fotografías más recientes en la galería de imágenes del teléfono móvil de Daniel tenían algo en común: el cabello rojo de Charis.

Resaltaba siempre de un modo especial. Con luz o sin ella; en la oscuridad rojiza de su apartamento por las tardes, o bajo el sol del parque; en contraste con el verde del césped y de las hojas. En especial en la foto que siempre se detenía a mirar; su favorita.

En ella, Charis tenía los labios fruncidos de modo encantador alrededor de la pajilla de un jugo de frutas que habían comprado en el parque. Daniel la tomó usando como excusa que el jugo se veía apetitoso, pero en realidad lo hizo porque era ella quien lucía particularmente bonita ese día, con el cabello suelto sobre los hombros, y enfundada en una blusa delgada amarillo pálido.

Cuando ella se hubiese marchado, las fotografías serían todo cuanto le quedaría.

Podría visitarla, claro, pero visitar a su familia ya era engorroso con sus cortas vacaciones. California quedaba mucho más lejos... ¿Charis haría el viaje hasta Sansnom, la ciudad que no le había traído sino tristezas e infortunios, solo para verlo a él?

No... Definitivamente, no.

Dejó su teléfono móvil a un lado, abatió la frente entre sus palmas y vació el pecho en un suspiro.

Conforme Charis le enumeraba sus razones para marcharse, él se había limitado a fingir que la escuchaba, cuando todo lo que podía oír en su cabeza era un incesante zumbido. Finalmente no había podido hacer otra cosa que asentir, dedicarle algo que falló en ser una sonrisa, y después levantarse con la excusa de que tenía algo que hacer en el hospital.

Después de eso abandonó el edificio en su auto y condujo por la ciudad hasta que cayó la noche.

Cuando regresó al edificio, las luces del apartamento de Charis ya estaban apagadas. Miró a su ventana algunos minutos desde el aparcamiento, mientras fumaba junto a su auto. A partir del momento en que ella dejara Sansnom, otra persona probablemente llegaría a ocupar ese mismo piso. Daniel se preguntó si aquello sería mejor o peor que mirar allí y verlo completamente vacío.

Después de agotar su segundo cigarrillo, tras lo cual estuvo debatiéndose por largo tiempo si debía hablar nuevamente con Charis, y esta vez hacer el esfuerzo de mostrarle algo de apoyo, finalmente decidió que sería hipócrita, y que era mejor dejar las cosas como estaban. Así que, finalmente, subió las escaleras de su sección y entró en su piso a intentar dormir... lo cual no consiguió.

Hubiese querido poder resentir a Beth, a Mason, al padre de Charis... Pero al final no pudo culpar a nadie más que a sí mismo, por no haber podido hacer nada por ella. Tomar el asunto en sus manos y denunciar él mismo a Mason.

Monochrome | TRILOGÍA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora