Pastel.

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Llegar a casa fue un trayecto, igual salir del instituto. Resulta que mi accidente se esparció rápidamente por los casilleros y en la hora que quedaba de clases, todos se enteraron.

Al salir con Isaac de la enfermería estaban todos los chicos del laboratorio hasta el mismísimo Bran, solo que dormido y con los audífonos puestos. La profesora llegó unos minutos después con Anne, que caminaba bastante rápido aún portando tacones altos.

Las chicas me detuvieron, preguntando cómo estaba. Isaac no me soltó, lo cual resultó una sorpresa.

En cambio el dijo—No la asfixien, acaba de despertar.

Eso fue como si sonara una gran corneta para que las personas hicieran caso: Diana y Scarlett asintieron y Claudia se le quedó analizando.

En eso observé a Shawn, estaba sentado con Angie quién le hablaba de algo gracioso pero el no la veía.

Oh, claro ahora te intereso.

Deseaba ir a donde él y gritarle, decirle que no me volviera a hablar. Que era un falso e hipócrita, diciendo que me quería pero encerrandose en un salón para besar a Angie.

Me habían mordido por su culpa, quería tener todas las cartas y mostrarselas, hacerlo sentir mal. Que se avergonzara pero... No lo hice, no tenía fuerzas.

La subdirectora Anne me preguntó cómo me sentía. La profesora nos colocó al corriente de lo que me había pasado, resulta que la araña que me había mordido era oriunda de esta zona, escondida en lugares oscuros había mordido a más de una chica aquí.

Eso explicaba por qué tenían el remedio para combatir la hinchazón. Sus colmillos tenían un veneno pero era inofensivo si lo comparaban con otras especias, causaba la misma hinchazon, dolor y mareos. En otros casos como el mío, desmayos.

Ellas decidieron llamar a mis padres pero les dije que no, que estaba bien y todo había pasado. No había que llevar las cosas tan lejos, yo sabía lo que venía y lo que debía hacer.

Isaac se alejó de mí cuando los gemelos llegaron a verme, no habían salido de clase pero si estaban informados.

Algo dentro de mi pecho quiso recalcarle lo agradecida que estaba. A pesar de haberme tratado mal con mucho esmero anteriormente, había olvidado eso cuando no me ví bien y lo respetaba.

— ¿Cómo rayos tienen cámaras por doquier pero una araña del tamaño de un sacapuntas se escabulle como si nada?—Oliver andaba enfadado, ese comentario no iba dirigido hacia mi persona pero lo detuve antes de que dijera algo de lo que pudiera arrepentirse.

— Fue un accidente. A muchos le han picado la misma araña.

— Ellos no nos importan, tu sí—recalcó Owen viendo mi mano con rencor.

— Creo que ya podemos irnos a casa—fue cuando noté que ellos tenían sus bolsos colgados a sus espaldas, yo aún necesitaba el mío.

— Aquí está su bolso—Isaac reapareció y se lo dió a Owen que le agradeció.

Me despedí de las chicas y de Edrian, él no se acercó pero me ofreció una sonrisa apenada. Al mayor de los Harries ni lo volví a ver pero aún debía buscar algo.

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Corrí con la suerte de no encontrarme con mis padres de regreso, papá estaría todo el día en el hospital y mamá llegaría tarde por un caso importante así que fue sencillo escapar de los gemelos, dándoles una excusa de que necesitaba dormir para que me acompañaran a mi cuarto y se fueran, no sin antes decirles si necesitaba algo.

Me acosté en la cama después de colocar los pedazos de torta de chocolate en mi escritorio.

No sentía el brazo ya y ciertamente el sueño me volvía a fastidiar. Me dormí pensando que aún estaba en la realidad.

Queremos que nos quieras, Jo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora