¿Tobillos lindos?

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En la planta baja me encaminé a la sala, mis padres con mi hermana me recibieron, y el mayor me preguntó:

— ¿Te dieron los mareos?

 — No tan fuertes como pensé... Estoy bien.— aseguré con simpleza—¿Quiénes tocaron? —pregunté sentándome en el mueble.

— Son parte de la familia de la casa del lado derecho, pero solo vinieron los hijos; al parecer sus padres no están en casa —explicó Denisse sentándose a mi lado.

 — Ya veo, y... ¿Trajeron un presente? —curioseé emocionada.

En cientos de películas había visto que cuando personas se mudaban los vecinos le daban la bienvenida con algún pastel o almuerzo. La última vez que nuestros vecinos nos dieron algo así fue cuando los gemelos nacieron, no pude disfrutarlo como quise aun por la presencia de ese par de bultos que no se separaban de mi mamá y su pecho.

Si sueno bastante emocionada es porque en serio es algo importante para mí, como el primer novio para Denisse o el primer diente perdido para los gemelos.

 —No, la verdad parecían algo decepcionados lo que si me permites decir es ilógico porque yo soy bastante hermosa, sin embargo, no podría decir que fue por mi...—ya en ese momento estaba segura de que mi postre de bienvenida no iba a suceder— Pero dijeron que regresarían, ya sabes sus papas no están y creo que estaban echando un vistazo nada más.

Mis esperanzas resurgieron poniéndome de buen humor en segundos. Una pizca de curiosidad me invadió de nuevo, me quede viéndola hasta que enarco su ceja al notarlo:

— ¿Qué? —inquirió confundida.

— Y... ¿Cómo eran? Los vecinos... que vinieron.

Denisse me vio impresionada y luego me lanzo una cara de: "Claro que quieres saber de los vecinos"

— Ay vamos, no es la gran cosa, solo pregunto.

 —No, no, eso está bien—levantó sus manos viéndome divertida— ¿He dicho algo acaso? —preguntó ofendida— Livingston tenías que ser.

Los Livingston siempre habíamos sido una familia algo grande —diría que lo normal— mi mamá tenía solo una hermana; mi papa por otro lado tenía tres hermanos, todos casados y con hijos... Muchos hijos.

Algo que nuestra familia paterna nos heredó a todos nosotros —como dignos hijos de nuestro padre— fue la explosividad y el liderazgo. Como cosa extraña mi padre fue el menos intenso de ellos. Al igual que cualquier persona normal, tuvo sus momentos en los que perdía el control pero muy pocos.

Mi papá dijo que al estar en la Universidad lejos de su familia —a pesar de poder visitarlos o ser visitado por ellos en cualquier momento— sintió el cambio radical que su nueva rutina le proporcionó.

La Universidad como cualquier otra —con exigencias y códigos de conductas—estaba llena de diversos tipos de alumnos: Los estudiosos compulsivos que se volvían pesados si no entregabas tu parte del trabajo a la hora que habías prometido, o aquellos alumnos que no se tenía ni idea de cómo pasaban las pruebas de orina reglamentarias para estar en el equipo.

Incluso como los chicos que si no eran los sabiondos del campo ni tampoco los protagonistas de chismes universitarios, se disfrutaban la etapa con amigos verdaderos —algunos falsos— con fiestas en fraternidades que terminaban con muchos chismes —verdaderos o falsos—pero siempre disfrutando todo el paquete.

Todo le parecía nuevo, al principio se sintió perdido entre el torrente de estudiantes que ya sabían dónde se iban a juntar y con quien lo harían, hizo amigos opuestos a la explosividad a la que había estado acostumbrado en casa; y se alegró.

Queremos que nos quieras, Jo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora