Una interesante cena.

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Esto se estaba yendo al precipicio. Y yo me iba a ir también por mentirosa. Por ocultar detalles, por seguir viendo les la cara de tontos a mis padres, por meter en pie  con más fuerza en el barro sin tratar de sacarlo.

Oh, Jo. ¿Por qué no puedes ser más... Relajada?

Vivía estresada, no salía de un problema cuando estaba ya metido en otro. Hace poco estaba odiando a Shawn, por ser falso y mentiroso pero hoy estaba deseando que me besara, como si no hubiera sucedido nada. Como si yo no hubiera visto su besos con Angie.

E Isaac... ¿Qué me había ocurrido con él? ¿Por qué me había metido en esa pelea? Si fuera relajada habría esperado que alguien se metiera al fuego para separarlo de Edward.

Pero yo había salido en defensa de semejante tonto, es que sus acciones eran tan ... Crueles y temerarias.

¿Cómo podía dormir en la noche? ¿Cómo podía sonreír y actuar tan normal después de haberse acostado con la novia de un antiguo amigo? Él estaba loco.

Pero... ¿Importaba?

¡¿Qué dices, Jo?!

Borré ese repentino pensamiento que había aparecido fugazmente en mi cabeza, a mí no me gustaba Isaac. Era una locura.

Él no era el tipo de persona que me agradara, su forma de ser y de pisar a los demás cuál hormigas. No. No me gustaba Isaac, solo sentía lastima por él.

Había algo que no sabía de Isaac. Algo faltaba, nadie nacía mostrando solo su peor lado.

Alguien le había hecho algo, quizá lógicamente Edward. De acostó con su novia y por las declaraciones que había escuchado antes, ellos fueron cercanos. Algo tuvo que salir demasiado mal para que ellos se hubieran separado hasta el punto de herirse con tanta brutalidad.

No me gustaba, Isaac. Por Dios, estaría loca si un chico así pudiera gustarme, solo sentía lastima por él.

Claro, es solo lástima. Una triste lastima.

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Llegar a casa fue igual a entrar en un zoológico, ruidos por aquí y ruidos por allá. No logré ni subir las escaleras cuando Denisse se lanzó sobre mí, tan pequeña como mamá.

— ¡Lo siento tanto, Jo! No puedo creer lo estúpida que fuí, no debí decirte nada de las tonterías que dije—mis brazos se cerraron a su alrededor— ¿Estás bien? ¿Te duele mucho? ¿Quién te hizo esto?

— Fue una pelea tonta por cosas tontas, quise hacerme la héroe y salí más abatida que un batido de frutilla. Discúlpame tu a mí, me comporté como una perra sin escrúpulos—admiti.

— ¡Josephine, esas palabras!—me regañó mamá a punto de ir a la cocina.

— Lo siento mamá—pero quería admitir mi error— Lo siento Denisse, me sobrepasé con lo que te dije.

— Perdonada—cantó alejándose— Vamos a mi cuarto, debo contarte algo.

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— ¿Por qué no me dijiste que te gusta alguien?—aun no comprendía cómo no lo había notado.

— No es que me guste, es solo que...—ella lo pensó por unos segundos— Tienes razón, me gusta. Ay, no sé ni cómo sucedió pero sucedió.

— ¿Y ya se lo dijiste?

Siendo Denisse, claramente lo había hecho.

— Sí pero creo que no siente lo mismo. Los chicos suelen gustar de mí y acercarse, no al revés—ella se cruzó de piernas en su cama.

Queremos que nos quieras, Jo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora