No me tomó de sorpresa que Shawn apareciera en la tarde por mi casa, él lo había dicho: Hablemos. Solo que no creí que fuera tan pronto, aun podía sentir la fragancia de Edrian y la suya mezclándose en frente de mí.
Salí con él. Entramos a su casa y cuando no sentí ni el más mínimo ruido supe que estaba en problemas: Shawn y yo estábamos solos, dudaba que Isaac estuviera en casa y conociendo lo poco que sabía de Sebastián el probablemente no saldría de su habitación y si lo hacía, cuando viera mi rostro se encerraría con máxima seguridad.
Iba detrás de Shawn, aun insegura sobre a dónde nos dirigía, buscaba grabar hasta el más mínimo detalle para saber ubicarme. Me resultaba fácil estar en un lugar conocido, solo tenía que notar las mínimas diferencias en el, si habían movido los jarrones, si habían cambiado las alfombras, si alguna mesa desaparecía o aparecía. En cambio, un lugar nuevo era un reto para mi cerebro, más trabajo por hacer. Recordar altura, diseño, muebles, cuadros, todo con tal de saber posicionarme en el espacio. Me tomaba dos veces estar totalmente segura del lugar que me rodeaba, y luego solo tenía (en tal caso) que notar los pequeños cambios.
En un pasillo con luces amarillos Shawn tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos, seria mentira negar que ese toque me inquietaba y gustaba a la vez.
- Gracias por venir- ¿Eso era todo? ¿Darme las gracias?
El junto nuestros labios rudamente, tanto que tuve que cerrar mis ojos ante lo imprevisto del beso. Avanzo y termine chocando con la pared, por fortuna, no dolió o el pequeño golpe no se sintió como un error sino como una pequeña chispa que prendía y elevaba la situación a otro nivel.
El beso se tornó más suave hasta el punto en que él se separaba y regresaba con profundidad, yo solo podía recibirlo y estar feliz de nuevo.
- No digas que no-algo choco contra mí pecho: una bolsa de una tienda con el nombre en francés.
- No...
- Por favor, póntelo ¿Sí?
La madre de Shawn lo tuvo difícil cuando él era niño, con un rostro tan perfecto en estado normal no podía imaginar cómo se negaría a cumplir con sus caprichos. Sus cejas arqueadas encima de sus pestañas envidiables era...
No sé, pero le respondí- Sí.
El sonrió, victorioso como un niño-Ahí está el baño, estaré esperando.
Iba a ir donde me había señalado pero antes el plantó otro beso en mis labios- Estoy aquí.
Hace dos, minutos que me había vestido pero no quería salir. Shawn quería que yo me bañara con él y solo cuando tuve el traje de baño de dos piezas estilo los ochenta puesto, fue que entendí eso.
Creí que me veía bonita, si tan solo mis estrías fueran menos llamativas saldría con comodidad. Si tan solo no me sintiera tan descubierta arriba saldría sin preocupaciones. No era perfecta, y la imagen en el espejo me lo recordaba a gritos.
Este traje de baño era recatado pero aun así me sentía expuesta en muchos sentidos, él no me había dado ni un paño para cubrirme y la camisa me incomodaba por los lazos en mis hombros. Me la quite.
- ¿Josephine, lista?-quiero que este baño tenga una ventana para salir e irme a mi casa donde podría comer y engordar quizá ¿un kilo? Digamos dos.
- Sí.
Abrí la puerta y Salí rápidamente, mire al suelo viendo los pies descalzos de Shawn.
- Te traje un paño-murmure un gracias esperando que me lo diera en la mano que extendí pero no lo hizo.
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Queremos que nos quieras, Jo.
Teen FictionJosephine Livingston (llamada Jo para los cercanos) tiene una misión muy importante en sus manos: Graduarse del Instituto Roosevelt y no morir en el intento por una crisis nerviosa. Para eso debe seguir estos sencillos pasos: • No llamar la atención...