asesina

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Amalia Linner

—¡Vamos Amalia!—gritaba Walker—Como no vas a poder con tres simples hombres.

Ya tenía diecisiete años, años en los que fui instruida con un entrenamiento extremo, vigilancia, espionaje, armas, entre otros ámbitos. Owen se había encargado de entrenarme para ser la mejor soldado de mi edad, no quería que dijeran que la hija de Owen Linner era una débil.

—Si me dieran comida, quizás podría hacerlo—alegué abatida, llevaba sin comer por tres días, era parte del entrenamiento.

—Por favor muñeca, sé que puedes—comentó Walker—Una vez peleaste contra cinco y los derribaste en diez segundos.

—No me digas muñeca, idiota—lo encaré para luego derribar a los tres hombres que me atacaban en una lucha cuerpo a cuerpo.

—Nada mal, muñeca—dijo Walker, dándole una entonación de coqueteo a la última palabra.

Owen apareció por el otro lado de la zona de entrenamiento, Walker al percatarse de su presencia, se puso en posición, nervioso.

—¿Cómo va todo?—preguntó Owen con la frialdad que lo caracteriza.

—Todo perfecto capitán—respondió Walker—Es una chica muy fuerte, ágil, inteligente y muy buena.

—¿Muy buena?—pregunto incrédulo Owen—¿De que hablas?

Walker sabía que la había cagado.

—Bueno—dijo dudoso—Es una chica amable, buena—deteniéndose en seco ante su respuesta—Lo siento señor, no fue mi intención—fue interrumpido.

—Walker, quiero que esta niña sea fuerte, ágil, valiente, inteligente, pero ¿buena?—exclamó—No quiero que sea buena, ¿sabes lo que provoca ser bueno?

Ser débil. Toda mi vida había escuchado la misma frase.

—Ser débil—terminó.

Sabía perfectamente que Owen no quería ese futuro para mí.

—Saldrás a tu primera misión Amalia—anunció sin antes brindarme una gélida mirada—Y no tienes permitido fallar.

Salí antes que el sol pudiera asomarse, a mi primera misión, en compañía del idiota de Walker, y Jobbs, sabía que Walker había creado una obsesión conmigo desde que era una niña, por ello el porqué de mi rechazo. Y como no podía salir sola, ya que hubo muchas oportunidades en donde traté de escapar, tenía que ser escoltada por estos dos buenos para nada. Siempre supe de quienes tenía que escapar, sabia quienes eran los malos, sabía perfectamente quienes eran los asesinos que habían matado a mi segunda madre.

—En posición—susurré—¿Cuál es la misión?

—Asesinar al Ministro británico—estipuló Jobbs, como si nada.

—¡¿Que?!—reaccione—Claro que no, no mataré a nadie.

Walker se acercó a mi tomándome fuertemente del brazo, amenazándome.

—Vas a matar al Ministro o tu padre sabrá lo cobarde que eres—masculló entre dientes. Se me revolvió el estómago, Owen ordenaba que me pusieran en una celda de metal, que medía lo mismo que yo, debía estar de pie todo el tiempo, sin poder moverme, no podía ni ir al baño, me torturaban con una manguera a presión al punto de ahogarme por unos minutos, dependiendo del error, podían ser horas o días. Definitivamente era lo peor que había vivido, esa celda me quitaba toda mi dignidad.

No quería volver de nuevo ahí.

—Bien, lo haré—respondí con un hilo de voz al pensar en mi castigo.

El ministro estaba saliendo de su casa en auto, iba solo, tomé una moto y lo seguí, cuando pude colarme al costado del automóvil, simplemente lo miré, levanté el arma y disparé, directo en la cien. Aceleré rápidamente en la motocicleta, ya con lágrimas en los ojos, justo cuando el automóvil del británico chocaba en contra de un árbol.
Me encontré con Jobbs y Walker en el punto de encuentro, no podía sentir nada en ese momento,  mis ojos ya no soltaban lágrimas, mi mente estaba en blanco.

Había matado a una persona.

—Vámonos—dijo Jobbs—Debemos volver lo antes posible, bien hecho Amalia, tu padre estará orgulloso.

—Por supuesto, orgulloso en lo que convirtió a su hijapensé—En una asesina.

The girl with green eyes [Druig]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora