beso

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Druig

Día y noche recorrí toda la ciudad, tratando de buscar la más mínima señal de Amalia, pero nada, no había rastro de ninguno de los dos, no saber dónde está la persona más importante de tu vida es realmente frustrante y doloroso.

Derrotado me senté en la banca de un parque, con mi cabeza llena de pensamientos, literalmente sentía que me estaba volviendo loco.

—Donde la tienes maldito—susurré con los ojos cerrados llevando mis manos a la cabeza, estaba realmente agotado de toda esta mierda.

Y ahí fue cuando recordé.

Felisa, su antigua casa.

—Claro—dije poniéndome de pie rápidamente y emprendiendo el viaje, no quería perder ningún segundo, por lo mismo no me dió tiempo ni siquiera de avisarles a los demás.

Mala idea.

Al llegar, ya estaba anocheciendo, viajé por un día entero, lamentaba no haber pedido ayuda, habría estado mucho antes con Amalia, pero la desesperación y la ilusión de volver a verla, no me dejaron razonar.

Ya no quedaba nada de aquel pueblo que una vez existió, sólo habían viejos y grandes árboles, así que lentamente ingresé al bosque, con mucha cautela de no ser descubierto, sabía que no ganaría una pelea con Ikaris y al verlo no podría controlar las ganas de matarlo pero Amalia me necesitaba con vida.

Y allí estaba la casa, justo como la recuerdo.

Traté de espiar por la ventana, pero me resultó imposible, por fuera era una casa normal, pero por dentro estaba fortificada hasta la última tabla, como si supiera que en algún momento alguien atacaría.

¿Hace cuanto que llevaba planeando esto?

Me escabullí lo más cerca de la entrada, necesitaba saber si Ikaris estaba ahí adentro.

Y allí estaba.

Cuantas ganas tenia de enfrentarlo y arrancarle el corazón con mis propias manos por haberse llevado a mi chica, pero tenía que controlarme, tenía que pensar con la mente fría, pero rápido, ya que me urgía encontrarla.

Por más que pensé formas de sacarlo de allí, en ninguna alcanzaría a sacarla a ella a tiempo, hasta que se iluminó mi mente, no sabía si funcionaría ya que nunca había controlado a otro eterno, pero tenía la confianza, y pensar en Amalia me daba la fuerza para hacerlo.

Puse mi mente en blanco, cerré mis ojos, concentrándome únicamente en mi objetivo, funcionó.

Al principio se había resistido, pero mi mente era más fuerte que la de él, solo lo llevé unos cien metros a lo lejos, no podía más, al momento de perder la conexión, corrí rápidamente hacia el interior, cerrando la puerta principal, pensando que así me daría unos segundos más.

Busqué por todas partes pero las habitaciones estaban vacías, hasta que, escuché un ruido que provenía de la parte baja de la casa, fui corriendo y pude ver de donde se originaba, eran golpes detrás de una puerta.

Tenía un tipo de cerradura que solo se podía abrir por fuera, mi corazón empezó a latir con mayor fuerza, sentía como un nudo subía de mi estómago hasta mi garganta, ella podría estar ahí dentro.

The girl with green eyes [Druig]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora