te amo

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Druig

Me agarró de la camisa y juntó sus labios con los míos, jamás me aburriría de la sensación que provocan esos labios en mi, tomé ligeramente su cabello para profundizar más aún el beso, sentí como ella soltó un leve gemido contra mis labios, lo que me volvió loco, la tomé y la posicione arriba mío sin dejar de besarla, mientras ella me regalaba un vaivén con su cadera y nuestras calientes respiraciones se mezclaban, yo apretaba fuertemente su trasero.

Me estaba esforzando para ser romántico y tierno, pero me era imposible, la quería para mi.

Sentí como su lengua se hacía paso por mi boca y como tocaba con sus manos mi espalda, no pude evitar gemir ante su tacto, la acerqué aún más a mi, y pude notar como se estremeció al notar mi gran ereccion, no espere más tiempo y me dirigí a su cuello, depositándole besos húmedos hasta llegar a su pecho, ella estaba con la cabeza hacia atrás abriéndome paso para hacer lo que quisiera, con mi respiración agitada comencé a levantar su camisa, pero antes de exponer sus pechos, ella me detuvo.

—Espera no... puedo—dijo con la voz entrecortada.

—Esta bien, te entiendo, tranquila—le respondí rápidamente, bajando su camisa.

—Es broma, lo siento, tenía que vengarme por lo del otro día—dijo riendo

—Oh Amalia, te comportas como una niña—dije con un suspiro echando mi cabeza hacia atrás.

—Y así me quieres—susurró tomando mi cuello acercándome a ella para envolvernos nuevamente en un beso, un beso lleno de emociones fuertes e intensas.

Esta vez es ella quien se quita la camisa, y yo al verla repito su acción, nos quedamos viendo unos segundos, admirando aquel momento.

—Eres hermoso—me dijo en voz baja pasando lentamente sus dedos por todo mi abdomen

Maldición, sentía como cada célula de mi cuerpo se electrificaba al más mínimo tacto.

Me abalancé una vez más para besarla, y sin separar su boca de la mía, nos pusimos de pie, lleve mis manos hacia el broche de su brasier, no sin antes mirarla buscando el más mínimo gesto de incomodidad para que yo parara, pero no fue así, al conectar nuestras miradas solo vi en sus ojos lujuria y pasión, y ella asintió.

Le desabroche su brasier dejando sus hermosos pechos al aire.

Esta mujer era perfecta ante mis ojos.

Me acerqué para lamer sus pezones, dando pequeños y suaves mordiscos en ellos, luego baje lentamente dejando un camino de besos por su vientre hasta llegar a su pantalón, otra vez la miré mientras lo desabrochaba, viendo cómo cerraba sus ojos, baje sus pantalones y los tiré a un lado, pude ver como su ropa interior combinada perfectamente de encaje azulado.

—Bonito conjunto, ya sabías a lo que venías ¿eh?—dije sonriendo de lado.

—Cállate—me respondió en un suspiro.

Tomé sus muslos apretándolos haciendo que ella me mirara, rogándome para tocarla, y no perdí más tiempo y dejé al total descubierto su entrepierna, que al acariciar ya estaba bastante mojada, primero recorrí con mi mano todos sus pliegues para luego masajear su clitoris, veía como se retorcía delante de mi, me paré sin dejar de tocarla y la besé para llevarla hacia el mueble detrás de nosotros, para que así estuviera más cómoda, baje nuevamente pero esta vez acerqué mi lengua, sentía como tomaba mi cabello con fuerza, dándome señas de cómo le estaba gustando, estuve unos segundos dando pequeños apretones y succiones a su clitoris para luego adentrar uno de mis dedos en su entrada, abrió aún más sus piernas dándome más espacio, entraba y salía mientras hacía movimientos con mi lengua por todo su punto, cuando sentí que su cuerpo se tensaba y sus músculos se empezaban a contraer, introduje otro dedo.

—Mier..da—gimió con sus ojos cerrados agarrandose del mueble—Me voy a venir

—Córrete para mí Amalia, quiero probarte—susurré sin dejar de penetrarla con mis dedos, sentí como sus paredes se contraían.

—Ahh—clamó mientras yo saboreaba todo el fluido que salía de ella.

Hermosamente exquisito.

Tratando de tranquilizar su respiración ella me levantó y se acercó para besarme.

—No sé como lo hiciste pero me encantó—dijo sonriendo.

—Tengo milenios de experiencia—respondí

—¡Oye! No puedes decir que estuviste con otras mujeres justo después de darme un orgasmo—me reclamó dándome un leve golpe en el pecho.

—Te puedo asegurar que eres la única y primera mujer a la que amo y deseo con todo mi ser—le dije mirándola fijamente, era cierto, no podía negar que había estado con muchas mujeres antes, pero con Amalia era todo distinto, desde admirar su hermoso cuerpo desnudo hasta besarla y sentir que sin ella mi vida no tenia sentido.

Ella me regaló una sonrisa y me besó, sus piernas se entrelazaron por detrás de mi cintura, la lleve hacia la cama recostandola cuidadosamente, me saqué mis pantalones llevando con ellos mis bóxers, abriendo paso a la ereccion que tenía.

—Mira como me pones Amalia—susurré acercándome a ella.

Sus piernas quedaron entre las mías, nos besamos acaloradamente, mientras ella abría sus piernas y tomaba mi rostro obligándome a mirarla.

—Van a escucharnos—comenté al ver sus ojos llenos de lujuria.

—Solo si me haces gritar—dijo con la intención de provocarme.

—Oh claro que lo haré—dije con una voz más ronca de lo normal para luego ir a besar sus pechos.

Levanté mi cabeza para ver esos hermosos ojos verdes, moviendo mi cadera hacia delante, penetrandola de una sola estocada, ambos gemimos.

Que bien se sentía estar adentro de ella.

Ella clavaba sus uñas en mi espalda mientras yo me afirmaba con una mano sobre la cama y con la otra en su cuello, me empecé a mover más rápido sintiendo como se estremecía y gemía mi nombre.

—Druig—gemía con un dulce tono perverso.

—Me tienes.. loco—jadee mirándola a los ojos.

Volví a besarla, ahogando sus gemidos en mi boca, apresuré mis estocadas haciéndonos venir a los dos casi de inmediato.

Me vine más rápido que lo estaba acostumbrado pero es que esta niña me volvía loco.

Me acosté a su lado, derrotado, regulando mi respiración, me volteé a verla, se veía jodidamente sexy, sus labios hinchados, su leve color rojo, su transpiración, era perfecta.

Sonreí ante el momento de completa felicidad que estaba viviendo, acaricié su rostro y pase mi brazo por debajo de su cuerpo, haciendo que se recostara sobre mi pecho.

—Druig yo... te amo—dijo sin dejar de abrazarme.

—Yo también te amo—le respondí lleno de felicidad y gozo, removiéndome para mirarla atentamente, era la primera vez que me lo decía—Mi hermosa, hermosa Amalia.

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Holi, aquí está jajaja quise regalarles un capítulo completo.

¡¡¡Señores, ya dijo la frase!!!

The girl with green eyes [Druig]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora