nuevo

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—Tu silencio me confirma todo—dijo Amalia para luego salir de allí, no sin antes dar una mirada a su alrededor, aún estaban todos allí, estupefactos al ver lo que la castaña acaba de hacer.

—Amalia, hablemos por favor, no te vayas así—dijo Fury yendo atrás de la chica.

—No Fury, déjame en paz.

Amalia iba saliendo de la sala cuando Nat se atravesó en su camino, podía ver en su rostro como había sufrido, pero en su interior solo reinaba la rabia y la decepción.

—Amalia—murmuró Nat en un hilo de voz, se notaba asustada por la reacción de su hermana.

—Lo sabias ¿cierto?—preguntó Amalia con el corazón latiendo a mil con la esperanza que la pelirroja lo negara.

—Sí—susurró Nat—Lo sabía

—Ni siquiera te me acerques—masculló entre dientes la castaña—Estás muerta para mí, al igual que Fury—dijo mirandolo directamente.

—Pero Amalia—susurró Nat con la mano en la boca tratando de ahogar sus sollozos—Somos hermanas, dame el tiempo de explicarte, de decirte la verdad.

—¿La verdad? ¿Ahora? ¡Después de cuantos años engañándome! Tú eras la única que sabía todo lo que sufrí con Owen, sabías jodidamente todo el dolor y los traumas que tenía, ¿y no fuiste capaz de decirme la puta verdad?

—Lo sé, me equivoque, lo siento, pero Fury me dijo que podías ser peligrosa con tus poderes, que  podían controlarte y...—se disculpaba rápidamente la pelirroja, tratando de tomar la mano de Amalia.

—No me toques, tú y yo no somos hermanas, no somos absolutamente nada—estipuló Amalia sin ningún titubeo, fue fuerte y clara.

Nat sentía como atravesaban su corazón esas palabras, sentía como se hacía pequeña, como su pecho se apretaba al escucharla.

—Te amo... no confíes en ellos—fue lo único que pudo decir entre sollozos.

—No te hagas la que sufres con todo esto, eres una hipócrita—se detuvo y contuvo la respiración por unos segundos—Y para tu sorpresa, ellos fueron los únicos que me dijeron la verdad—respondió Amalia antes de desaparecer hacia su habitación, dejando a una Nat destrozada.

[***]

Amalia Linner

Al llegar a mi habitación, al fin pude llorar, tratando de arrancar ese dolor que me oprimía el pecho, otra vez la vida me restregaba en la cara que no podía ser feliz, no me lo merecía.

Cuando sentí que todo se venía abajo, otra vez, escuché la puerta abrirse, viendo como Druig entraba silenciosamente.

Al parecer no todo estaba perdido, no con él aquí conmigo

—Amalia—dijo buscándome con la mirada hasta que nuestras miradas se encontraron—Amor.

Se acercó rápidamente hacia mi, envolviéndomelo en un fuerte y cálido abrazo, sintiendo como me desvanecía ante su dulce toque.

—Tranquila, aquí estoy, no te dejare sola—susurraba mientras me acariciaba.

—No puedo creer todo lo que está pasando—dije en respuesta.

—Ni yo, imagínate, te vi morir y ahora estás aquí—dijo mientras tomaba mi rostro entre sus manos, podía notar la humedad de sus ojos—No hubiese podido vivir sin ti.

Solo sonreí, abrazándolo una vez más, cuanto lo necesitaba. Luego de varios minutos abrazados en silencio recostados en mi cama, Druig rompió el silencio.

—¿Como fue? Tus poderes—preguntó intrigado

—Tampoco sé mucho, pero cuando desperté unos tipos me dijeron que había sido creada como un experimento de una organización terrorista y se supone que al crecer mis poderes se revelarían, pero no pasó, y luego morí, ellos se conectaron a mi mente , no sé como en realidad, y aquí estoy—relate lo más resumido posible, dándole ver mi poder.

—Eso es... nuevo—dijo con los ojos abiertos

—También es nuevo saber que unas de las personas más importantes en mi vida me hayan ocultado algo así, ósea, me aceptaron en su vida por miedo a que hiciera algo malo con mis poderes—le respondí para luego levantarme y dirigirme a la ventana.

—Desconozco las razones del porqué te ocultaron algo asi, pero sé una cosa—dijo acercándose a mi—Ellos te aman.

—No me interesa y de verdad no quiero hablar de ellos.

—Debes pensar bien las cosas, tú no puedes vivir sin Nat—me respondió abrazándome por la espalda.

Me quedé pensando en su última frase, "no puedes vivir sin Nat"

Quizás no, pero lo intentaré.

—Me tengo que ir, vine a buscar algunas cosas

—¿Que? ¿A donde? No, yo voy contigo—dijo dándome media vuelta para mirarlo a la cara.

—No puedes pero nos veremos siempre ¿si?—dije tomando su cuello para acercarlo a mí

—No me alejaré de ti otra vez y no me convencerás con tus encantos.

—¿No?—pregunté en un suspiro regalándole cortos besos por todo su cuello, sentí como contuvo la respiración—¿Seguro?—pregunté mirándolo atentamente a los ojos mientras bajaba mi mano lentamente por su abdomen hasta su entrepierna.

—Joder—masculló entre dientes cerrando los ojos—Esto no es justo.

—Confía en mi, estará todo bien—dije para luego darle un beso, el cual Druig intensificó tomándome de mis muslos para lanzarme encima de él.

Me dirigió a la cama con fuerza, mientras él se quedó observándome quitándose la ropa.

—Quítate la ropa—Ordenó

Como me encantaba eso.

Claramente le hice caso y en dos segundos estaba desnuda.

—Date la vuelta—me dijo. Y con mi trasero completamente a la vista, Druig se posicionó detrás, deslizando su mano desde mis pechos dándoles un apretón, hasta acercandose a mi entrepierna, dejando su pene rozando fatídicamente mi entrada.

Mmh—gemí al sentir su tacto en mi punto débil.

—Me encantas como gimes—habló con su voz ronca, sabía perfectamente cómo me ponía su voz.

Intensificó sus movimientos, haciendo que abriera y cerrara mis piernas, dando un vaivén hacia delante y atrás.

—No te muevas—me ordeno golpeando mi trasero dejando un ápice de dolor.

Después de unos segundos, sentía como el orgasmo llegaba pero cuando estaba a punto de llegar, el estímulo paró.

—¿Pero porqué haces eso?—pregunté con el ceño fruncido dándome media vuelta.

—No me desobedezcas y date vuelta—hablo firme.

Así lo hice y él tomó mi cintura con sus dos manos, me soltó para tomar su pene y dirigirlo a mi entrada, restregándolo de arriba a abajo, disfrutando de mi gran humedad.

Por favor...—supliqué

—Te haría suplicar un poco más pero no puedo esperar a estar dentro de ti amor—terminó y sentí como su longitud entraba en mí hasta el fondo.

Me sentía en el mismísimo paraíso entregándome a Druig, y como él se entregaba a mi, regalándome todo su calor, amor y pasión, cosas que solo él podía entregarme al mismo tiempo.

Por lo menos, todo el caos de mi vida se desvanecía por unos minutos gracias a mi eterno.

The girl with green eyes [Druig]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora