Fury II

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Amalia desesperada corrió hacia donde se encontraba Fury, quien estaba tirado en el suelo, con una gran cantidad de sangre saliendo de su abdomen, la chica al ver tal escena, se le rompió el corazon, no podía imaginarse su vida sin Fury, no quería perder de nuevo a otra figura paterna, ni mucho menos por culpa del desgraciado de Owen.

-Pequeña- susurró el moreno brindándole su mano para que la chica se acercara.

-No hables, no hables- respondió rápidamente Amalia arrodillandose a un costado- llamaré a una ambulancia, estarás bien ¿si? tranquilo- dijo mientras con una mano trataba de detener la hemorragia y con la otra sacaba su celular del bolsillo.

-Mierda, respondan- exclamó nerviosa por la demora, hasta que al fin le respondieron, pidiendo una ambulancia a su dirección, dando aviso de quiénes eran para que toda la atención fuera más expedita.

-Pequeña-dijo Fury para luego toser adolorido- estaré bien, encuentra a ese hombre y matalo por mí, no debes esconderte más, no mereces vivir tu vida así-paró en seco para respirar.

-Por favor, no hables más, ya llegarán por ti- decía una Amalia con las lágrimas cubriendo su rostro y con un dolor en el pecho inexplicable.

-Eres mi niña, la niña más dulce, tierna y con el corazón más puro que he conocido-dijo el moreno acariciando el rostro de la castaña quien disfrutaba ese tacto como si fuera el último.

A lo lejos se escuchaban las sirenas, Amalia sintió como su alma volvía a su cuerpo, había una posibilidad, dirigió su mirada al moreno, quien ya muy débil había cerrado sus ojos.

-¡Mierda Fury, abre los putos ojos! te prohíbo que te mueras, no ahora por favor... te necesito- balbuceaba la castaña, ya no podía más con el dolor, no la dejaba respirar bien, no quería aceptar la realidad, no quería aceptar que ese hombre quien la había salvado se fuera para siempre.

Llegaron los paramédicos quienes rápidamente atendieron al hombre, se miraban entre ellos, sabían que no había mucho que hacer, pero para su sorpresa, aún tenía pulso, muy indetectable pero lo tenía, así que lo subieron a la ambulancia y se dirigieron rápidamente al hospital más cercano, brindándole los primeros auxilios por el camino. Amalia no se separó de Fury en ningún momento, rogando para que este se mantuviera con ella.

-Señorita, debe esperar aquí, no puede pasar, cualquier cosa le avisaremos-dijo un enfermero mientras entraba con el cuerpo casi inerte de Fury.

-Mierda- susurró Amalia mientras se sentaba en el piso- ¿por qué me tienen que pasar estas cosas? ¿por qué todos los que amo se mueren?-se preguntaba mientras se tomaba el pelo con rabia- ¡Siempre es mi culpa!- dijo gritando llamando la atención de los demás en el pasillo.

Ya habían pasado algunas horas y Amalia no se movió del lugar, los nervios la comían viva, como era posible que nadie le dijera nada.

-¿Familiares de Nick Fury?-preguntó una doctora.

-Aquí- se levantó rápidamente la chica- soy su hija- respondió sin pensarlo.

-Bueno, llegó muy mal, había perdido mucha sangre pero logramos sacar la bala y detener la hemorragia, pero- se detuvo y le brindó una cara de perdón a la chica.

-Por favor solo dígalo- suplicaba Amalia.

-Tuvimos que inducirle un coma, sus órganos no respondían bien, y tuvimos que darle soporte respiratorio.

Amalia no sabía que decir, Fury no había muerto pero tampoco estaba vivo y en cualquier momento podía irse, todo era una agonía para ella, una muy lenta agonía.

-¿Puedo verlo?

-Sí, por supuesto, sígame.

La doctora le indicó la habitación en la cual se encontraba, para luego retirarse del lugar, Amalia entró lentamente, y su rostro cambió radicalmente, verlo allí lleno de máquinas y tubos, le rompía el corazón, por su culpa él estaba así, por tener esa maldita idea de protegerla.

-Lo siento-dijo llorando mientras tomaba la mano del moreno.

Estuvo varios minutos con él, culpándose de lo que había provocado, hasta que cayó en cuenta de la hora, ya había amanecido, los demás debían saber lo que estaba ocurriendo.

-Nat, estoy en el hospital con Fury, nos atacaron y..-fue interrumpida

-¡¿Cómo que en el hospital?! ¿Están bien?

-No...-dijo en un sollozo- Es Fury, él está mal.

-Envíame la dirección, iré inmediatamente, tú tranquila.

Solo demoraron unos minutos en que llegaran todos, hasta Pepper se encontraba allí. La primera en asomarse por la habitación fue su amiga, Nat, quién se acercó a abrazarla.

-Lo siento tanto, todo esto es mi culpa- lloraba desconsoladamente la chica.

-No preciosa, esto no es tu culpa, para él eras su hija, y como padre, siempre te protegió.

Al estar un poco más tranquila, Amalia dejó a Nat a solas con Fury, necesitaban un tiempo a solas. Al salir lo primero que vió fue a Pepper, quien se acerco rápidamente para saber como estaba.

-Mi niña, ¿cómo estás?- preguntó una muy preocupada Pepper

-Estoy bien, no era necesario que viajaras hasta acá.

-Como no, recién me entero que casi te secuestran hace semanas y que ahora te atacaron-dijo un poco molesta la mujer- Amalia te necesito, Morgan te necesita, no quiero que me ocultes cosas tan importantes para no preocuparnos ¿esta bien?- finalizó para luego abrazar fuertemente a la castaña.

Amalia asintió ante sus palabras, les pidió a todos que no dijeran nada, no quería involucrar a más gente con su padre, ni mucho menos a Pepper ni a Morgan.

Luego de ese pequeño reencuentro, Amalia observó como Bucky la miraba desde cerca, esperando para hablarle.
La castaña le lanzó una mirada y una sonrisa triste, a pesar de su distanciamiento, aún estaba ahí.

Bucky al verla así, se acercó posicionando sus manos en su rostro, asegurándose que estuviera bien.

-Amor, ¿Te pasó algo? ¿Te hicieron algo?

Amalia al sentir a Bucky, solo se lanzó a darle un abrazo fuerte, estaba destrozada, no podía con todo lo que estaba viviendo, el soldado sólo la sostuvo, sabía que su Amalia estaba rota.

En ese mismo instante, entró Druig corriendo, se había enterado del ataque, pero paró en seco al ver la escena del soldado con su chica, ya tenía quien la protegiera y la consolara, y ese no era él, así que se dió la media vuelta para irse pero una voz lo detuvo.

-¿Druig?

Podría reconocer su voz en cualquier parte del Universo, era su chica.

-¿Qué haces aquí? ¿No se supone que te irías hoy por la mañana?-dijo acercándose al chico, soltando el abrazo del soldado.

-Sí, bueno, me iba a ir pero escuché lo que te había pasado, y me preocupé así qué vine a verte, pero ya veo que estás bien, hermosa- respondió dulcemente acariciando su rostro-ahora me iré, veo que tienes suficientes personas para que cuiden de ti.

Amalia solo se abalanzó sobre él para darle un fuerte y cálido abrazo, lo que hizo sorprender al eterno, quien le respondió el gesto de la misma forma.

-Quédate, por favor- susurró la castaña en el oído del chico.

-Contigo siempre, mi hermosa Amalia- respondió el eterno.

The girl with green eyes [Druig]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora