Por siempre

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—Creo que ya nos alejamos bastante—decía la castaña mientras se bajaba de la moto y observaba a su alrededor—¿Dónde estamos?

—No pensé que lo olvidarías tan pronto—respondió Bucky con la mirada baja—Vinimos aquí la primera vez que salimos juntos.

Amalia finalmente pudo reconocer el lugar, con la escasa luz, unas hojas menos de aquel gran árbol, se veía muy diferente.

—Bucky te debo una disculpa—murmuró la castaña dándose la media vuelta y quedar frente a frente al soldado, quien la veía confundido.

—No tienes nada de que disculparte, te traté mal en la boda de Wanda y...—fue interrumpido

—Lo qué pasó con esa chica, fue Druig, él te controló esa noche para que te acostaras con ella.

Bucky no podía creer lo que estaba escuchando, en realidad si podía creerlo, el eterno siempre había estado interesado en Amalia y haría de todo por estar con ella pero nunca pensó que podría llegar a ese límite.

—¿Cómo lo supiste?—preguntó un muy desconcertado Bucky.

—Él me lo confesó, me dijo que su intención nunca fue separarnos, solo quería que tú...—

—¡¿Qué?!—exclamó exaltado—¡Claro que su intención fue separarnos y lo consiguió el maldito! Pero ahora podemos estar juntos—dijo acercándose a la castaña y tomar su rostro.

—Bucky no...—susurró sin poder mirarlo a los ojos.

—¿Qué no qué? Él fue el que armó todo esto, Amalia, si no fuese por él nosotros aún estaríamos juntos.

—No puedo volver contigo—se confesó la castaña con un nudo en la garganta soltándose del agarre.

Bucky la miraba extrañado con un dolor en el pecho, la verdad sentía cierto alivio al saber que había sido el eterno quien lo controló, aún tenía esperanzas, pero todo se había ido al carajo, al escuchar a Amalia rechazarlo.

—¿De que hablas?—preguntó el soldado con un hilo de voz—Todo esto fue su culpa, nosotros no fuimos los culpables.

—Yo me equivoqué cuando decidí pedirte estar juntos, cuando no tenía ni idea lo que sentía—finalmente se confesó—No quiero cometer el mismo error.

—En verdad lo amas a él ¿verdad?—dijo Bucky en un tono firme tratando de contener las lágrimas.

—Bucky—susurró la castaña.

—¿Sabes? Creo que siempre lo supe pero no quería admitirlo—dijo con una lágrima recorriendo su rostro—Sé que me amaste Amalia, pero también sé que poco a poco lo nuestro se desvanecía, y lo peor de todo es que no podía hacer nada para detenerlo, ya te había perdido.

—Yo siempre te voy a querer mi soldado—dijo llorando Amalia dándole un fuerte abrazo.

—Y tú siempre estarás en mi corazón mi chica de ojos verdes, me guste o no nunca amaré a nadie de la forma en que te amo a ti, aún si eso termina rompiendo mi corazón—susurró aceptando el abrazo, tratando de capturar toda la esencia de Amalia, hasta la última partícula de su espléndido aroma, no quería separarse nunca de ella, pero era hora de aceptar que amaba a otra persona.

Los eternos ya se habían ido, en busca de un celestial a punto de surgir, el único que no los había acompañado, fue Ikaris, quien aún esperaba desde lejos que la castaña llegara al complejo, y así fue, finalmente pudo ver al soldado y a la chica entrar.

—Ella es mía, idiota—murmuró para sí mismo el eterno, entrando detrás—¡Amalia!

Amalia al escucharlo se dió media vuelta, y se sorprendió al verlo.

—¿No debías haberte ido? ¿Qué pasó con esas criaturas?

—Tranquila mi niña, está todo bien, me pidieron que los protegiera—mintió

Amalia solo asintió, algo de ese eterno no le gustaba del todo, pero hizo caso omiso a su intuición, y lo invitó a quedarse en el complejo. Luego de presentarles a los demás, lo acompañó a su nuevo dormitorio.

—Bueno, este es—dijo abriendo la puerta.

—Queda bastante lejos de tu habitación—dijo en voz baja observando el interior.

Eso había sido rato, pero no tenía cabeza para sobre pensar las cosas, la conversación con Bucky la había dejado mal pero a la vez se sentía aliviada, por fin podría tener un tiempo a solas, ordenar su cabeza y su corazón, pensar tranquila en lo que quería en su vida, bueno, si los eternos logran salvar esa vida.

—Amalia—dijo Nat apareciendo detrás de Ikaris—la castaña solo se limitó a abrazarla fuerte, la necesitaba.

—Tengo que contarte algo—le dijo Amalia tomándola del brazo—Vamos a mi habitación, Adiós Ikaris.

El eterno solo le sonrió, para luego dirigir su mirada a la pelirroja, que lo miraba con un aspecto serio y sospechoso.

Haré lo que sea contra quien sea por ti, mi pequeña Amalia—pensó el eterno—Aún si eso signifique sacar del camino a ciertas personas.

The girl with green eyes [Druig]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora