The girl with green eyes [Druig]

Agatha

Amalia Linner

Después de varios minutos tratando de convencer a Druig de quedarse en el complejo, me dirigí hacia el mismo lugar en donde me abrieron los ojos de toda esta mentira en la que estaba rodeada.

—Sabía que volverías—dijo Ivanov acercándose a mí.

—Se lo que hizo Hydra no me comprarás con tu estupida amabilidad—le respondí seria—Solo vine aquí para que por fin alguien me diga toda la verdad.

—Todo lo que sabemos están en los documentos que te mostré, con la caída de Hydra mucha información se perdió

—¿Que? ¿Acaso no saben que mierda metieron en mi? ¿De dónde proviene?—dije alterada.

—Lo lamento pero...—

En el momento en que Ivanov hablaba, me sentí perdida, no sabía de donde venía, no sabía quien mierda era.

Después de esos pensamientos mi mente quedó en blanco.

[***]

—¡Mierda!—gritaba Ivanov—¡Evacúen!

Todo el lugar estaba envuelto en una bruma verde, que explotaba todo lo mínimamente posible, y todo tenía origen en Amalia.

—¡Ivanov! ¡Nos matará a todos!—gritaban

—¡Lo sé!

Y en ese momento, todo se detuvo, los pocos presentes dirigieron su mirada hacia la chica quien se encontraba tirada en el suelo.

—¿Amalia?—preguntaba Ivanov en un susurro

—Mierda—murmuró Amalia pestañeando con dificultad—¿Que pasó?

—¿No recuerdas nada?

Amalia negó con la cabeza.

Esto sería un problema para Ivanov, la chica no podía controlar su poder, podía matarlos en cualquier momento.

—Esto realmente es una mierda—dijo Amalia

—Tienes que aprender a controlarte Amalia, o un día nos matarás a todos—hablo Ivanov tratando de ayudar al resto quienes estaban en el suelo.

—Fury dijo que esto pasaría—susurró la castaña para sí misma—Si no los controlo me controlaran a mí.

Amalia se dirigió rápidamente hacia la salida, tenía miedo, tenía miedo de ella misma, de lo que podría ser capaz de hacer.

[***]

Amalia Linner

Solo quería estar sola, así que camine lo más lejos que pude, no podía pensar con claridad, estaba completamente abrumada. A lo lejos pude ver como una mujer se acercaba a paso firme, venía directamente hacia mi por lo que me causó un poco de confusión.

¿La conocía?

—Hola querida—dijo sonriendo

—¿Te conozco?—pregunté con el ceño fruncido

—Para tu mala suerte no, soy Ágatha Harkness—