Ese otro chico

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Dylan 

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Dylan 

La primera semana de clases no estuvo tan mal. Los profesiones se veían un tanto estrictos, pero durante la hora y media de clase, Dylan se dio cuenta que no eran tan malos. Les comentaron algunos trabajos que deberían estar entregando a lo largo del semestre, pero para la semana no asignaron más que un par de lecturas. 

Su horario le había quedado bastante ligero. Tenía clases toda la mañana, pero tres días a la semana tenía las tardes libres. Quería decir que lo alegraba, pero sabía que ese horario era solo para los de primer año. Luego de un año o seis meses, todo se volvería más complicado. 

Los lunes eran los días que tenía libre, así que cuando salió de clases se permitió llamar a Erick para quedar en un rato. La última semana apenas se habían visto, considerando que todos habían tomado el tiempo para acomodar su vida universitaria. Además, no habían podido estar solos, ya que él tenía a su compañero de cuarto, Erick se estaba quedando con su hermana mayor y no habían logrado encontrar un momento para salir en una cita. 

Erick, por suerte, también tenía la tarde de los lunes despejada y ese día el rubio lo invitó a buscar apartamentos con él. Eso era lo que estuvo haciendo toda la semana, ya que se rehusaba a vivir con su hermana al mismo tiempo que decía no querer compartir habitación con alguien más. No porque fuera quisquilloso, sino porque finalmente tenía la oportunidad de tener su propio espacio y sin nadie que le dijera cómo debía vivir. 

Los padres del muchacho siempre habían hecho eso, aunque estos no estuviesen muy presentes en la vida de Erick, pero cuando lo estaban, solo le decían qué debía hacer, cómo debía actuar y lo apropiado para decir. Era por eso que él no se llevaba muy bien con ellos y, estos, al estar preocupados solo por el trabajo, lo aceptaban, mandándole dinero cada vez que fallaban como padres.  

A Dylan le hubiese encantado poder buscar un apartamento para él mismo, pero sabía que sus ahorros no le alcanzaban para eso y era demasiado gasto. Apenas iba empezando la universidad, tal vez al año siguiente lograría tener lo suficiente y encontrar un mejor trabajo, pero por el momento era pobre y desempleado, así que se conformaría con lo que ya tenía. Además, en los últimos días se había dado cuenta que Joe era un muy buen compañero. 

A pesar de que el chico había estado buscando un apartamento durante una semana, cuando salió con Dylan, no fue tan difícil como este se lo esperaba. Sin embargo, el castaño no pudo evitar sospechar que Erick lo había hecho a propósito: decirle que no a todos los apartamentos anteriores solo para poder encontrar uno con su novio. No era que el plan de vivir juntos estuviera presente, pero Dylan sabía que el rubio apreciaba su opinión. Además, había que admitirlo, el castaño seguramente pasaría mucho tiempo en casa de Erick.

Lo sospechaba porque el chico no se preocupaba tanto por los costos, así que se daba el lujo de conseguir un apartamento que fuera completamente de su gusto. A diferencia de muchos chicos, quienes tenían que conformarse con lo que fuera más barato. Erick, a pesar de que odiaba que lo llamaran así, era el típico niño rico del lado norte, aunque no hacía nada para esconderlo.

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