SEGUNDA PARTE DE THE CRASH
Ha pasado un año y medio desde el incidente. Desde que estos dos chicos se vieron forzados a renunciar al otro. Dylan y Kyle intentan seguir con sus vidas separadas, a pesar de que en el fondo, el corazón de ambos sigue añ...
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Kyle
Dolía. Realmente dolía.
Le dolía haber visto a Dylan tan destrozado por todas aquellas preguntas sin responder, que llorara hasta quedarse dormido y que lo único que él podía hacer era contenerlo. Así como dolía haberlo tenido a su lado toda la tarde, pero sin realmente tenerlo. No podía negar que le alegraba en parte el corazón, porque habían recordado viejos tiempos, en donde no importaba mucho más que una verdadera amistad.
Siempre había dicho que no le importaba mucho si estaba con Dylan o no, mientras que este estuviera en una mínima parte de su vida, y ahora parecía como si eso fuera posible. Sin embargo, temía no estar seguro si aquello era realmente suficiente.
Así como le había prometido a Dylan, el lunes a medio día había dejado nuevamente las cintas en el local y prometieron notificarle cuando estas estuvieran listas. Kyle tenía que admitir que estaba ligeramente emocionado por ayudar al castaño en ese asunto. Aunque, cuando lo pensaba demasiado, se sentía un poco tonto por intentar hacer feliz a su exnovio mientras este ya estaba con alguien más.
Si de masoquismo emocional se hablaba, Kyle parecía ser el mejor ejemplo.
Regresó al taller luego de dejar los videos, en donde lo esperaban Isaac y Sally. El pelinegro se encontraba recostado en el nuevo auto en el que trabajaban, simplemente relajado y prestando toda la atención a una Sally muy emocionada.
Cuando la chica cruzó miradas con Kyle, se acercó a él dando saltitos.
—¡Kyle, a que no adivinarás!
—¿Por fin dejarás de insistir en abrazarme? —aventuró, aunque sabía que era poco probable.
—Pff... como si eso fuera a pasar... ¡No! ¡Tengo una cita para la fiesta de Halloween!
Eso sí lo había tomado por sorpresa. Sally casi nunca hablaba de chicos y rara vez les mencionaba si tenía una cita con alguno. Y, de los pocos pretendientes de los que se había enterado, nunca conoció a ninguno. Sin embargo, su amiga se miraba realmente emocionada. Tal vez este chico sí le atraía bastante.
—¡Eso es grandioso, Sally! —le dijo intentando demostrar que se sentía feliz por ella, pero luego sintió una mayor felicidad cuando se dio cuenta de un punto importante—. Oh, espera. Ustedes querían que fuéramos con trajes combinados, ¿no? ¿Que ya no vayas disfrazada con nosotros quiere decir que no tengo que asistir a la fiesta?
A Kyle realmente no le gustaba disfrazarse, pero claro, sus amigos lo habían obligado a buscar un traje para la fiesta. El año anterior lo habían hecho disfrazarse del Hombre de Hojalata, mientras que Isaac era el león y Sally, Dorothy. Ese año se habían decidido por Luke Skywalker, Han Solo y Leia.
A pesar de que se sentía feliz de la posibilidad de no ir a la fiesta, también se sentía un poco frustrado, ya que mientras que decidían los disfraces, se habían enzarzado en una discusión de quién sería Han Solo.