Quiero

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Kyle

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Kyle

No sabía cuánto tiempo había estado observando la ventana. Sabía que no podía ser mucho, pero perdido en sus pensamientos, parecían horas. Incluso ni siquiera se había dado cuenta de lo abstraído que se quedó observando el cielo cuando Gregory llamó su atención.

—¿Kyle?—dijo el hombre con voz suave, él siempre usaba una voz suave, pero con cierto deje de autoridad. Como si quisiera mostrar empatía, al mismo tiempo que quisiera que las personas obedecieran a lo que decía. Era decir, si Kyle fuera un psicólogo, también quisiera que las personas se tomaran en serio lo que les decía. Para eso le pagaban, ¿no?

Se volvió lentamente al hombre. No podía decir que le había agarrado aprecio, pero al menos respeto. Era decir, si iba a contarte todas sus desgracias, como mínimo tenía que estar dispuesto a hablar con él. Aún le parecía una ridiculez, debía decir, pero tal vez era su antiguo yo hablando, porque desde que había comenzado a ver a Gregory, las cosas en su vida no parecían tan malas.

—¿Hm? —el chico levantó las cejas en dirección al hombre, dando a entender que ahora sí le estaba prestando atención.

—Te hice una pregunta, ¿la recuerdas? —le indicó, sin perder ni un segundo la paciencia, a pesar de que Kyle parecía estar completamente perdido. El hombre sonrió ante el nuevo silencio del chico—. Te pregunté si eras feliz.

Era cierto. Recordaba estar hablando de lo sucedido en los últimos días. Recuerdos que se habían disparado en su cabeza tras escuchar aquella pregunta del hombre.

Antes había estado hablando de Isaac, sobre cómo su amistad se había transformado en algo más al mismo tiempo que seguía siendo la misma. Le había hablado sobre su reciente encuentro con Dylan, en cómo se seguía sintiendo devastado cada vez que recordaba lo que el castaño le dijo esa terrible noche, pero que no lo resentía. Además, lo que sucedía con Isaac no estaba tan mal tampoco.

Se encogió de hombros, intentando restarle importancia a la pregunta. De cualquier forma, no era una pregunta muy coherente. ¿Cómo alguien realmente podía responder a aquello en cuestión de segundos? Por no decir que apenas tenía veintiún años. La felicidad para él, en aquel momento, podía tener muchos significados.

—Estoy tranquilo —fue lo único que dijo, pero siendo sincero. Tal vez no podía decir si era feliz o no, pero estaba tranquilo. Luego de haber estado ahogándose en miseria en el último tiempo, la tranquilidad era lo más cercano a felicidad que tenía.

Gregory asintió y anotó algo en su libreta, lo que hizo que hubiera unos eternos segundos de silencio.

—¿Sabes qué es la indiferencia, Kyle? —le preguntó, tomándolo por sorpresa.

El de ojos verdes levantó las cejas.

—¿Quién está siendo indiferente? —intentó retarlo un poco. Eso no era nada nuevo, a pesar de las sesiones que llevaban y el respeto que ya tenía sobre el hombre, no podía evitar desafiarlo de vez en cuando.

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