Madeline

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Dylan 

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Dylan 

Nunca le gustaban mucho las redes sociales. Era decir, le gustaba ver cosas que lo entretuvieran, pero no ver lo que las personas publicaban de su vida, y considerando que ese era todo el punto de las redes, no había mucha gracia. Sin embargo, en ese momento no podía agradecer más por su existencia.

—¡June Sanders! ¡La encontré! ¡La encontré! —casi gritó levantándose de su silla de escritorio, completamente emocionado.

Sin embargo, un ruido sordo le hizo recordar que no estaba solo en la habitación, y que para lo que él había sido emocionante, seguramente para su compañero había sido un tremendo susto.

Se volvió a Joe, quien se encontraba acariciando su cabeza con una mueca de dolor en el rostro.

—Y mi cabeza encontró la pared, muchas gracias —se quejó, aunque no parecía molesto.

—Lo siento —dijo, pero con una sonrisa en el rostro que muy bien podía interpretarse como que no lo sentía de verdad.

Volvió la mirada a la pantalla, pero esta vez con demasiada emoción como para sentarse nuevamente.

Era día domingo, su único día libre debía decir, ya que ahora trabajaba en el café con Nora. Y, en lugar de intentar avanzar en sus lecturas se había dispuesto a buscar finalmente a June Sanders, la persona que probablemente podía darle respuestas acerca de su madre biológica.

Al principio no estaba convencido de si debía contactarla. Había muchas probabilidades de que la mujer no quisiera hablar con él o, lo más probable, que Dylan no tuviera la suficiente fuerza como para escuchar lo que tenía que decir.

Sin embargo, tras días sumido en una crisis existencial, dijo que qué mejor solución que saber un poco de dónde provenían todos sus genes. Qué mejor manera de redescubrirse a sí mismo que la oportunidad de poder conocer la verdadera historia de sus padres biológicos.

Lo necesitaba, realmente lo necesitaba.

Le había sido difícil poder encontrar a la June Sanders adecuada, ya que, si bien las redes sociales eran una manera de encontrar a las personas, a veces se encontraba hasta personas de más. Sin embargo, un poco de investigación y de revisar un par de perfiles, dio con una mujer de aproximadamente cuarenta años, quien era directora de una pequeña escuela de ballet a un par de horas de la ciudad. Aparentemente era toda una profesional, considerando que su perfil incluso señalaba la escuela de baile ala cual había asistido. 

Por primera vez, agradeció al universo por haberle dado tanta suerte.

Cuando tomó su chaqueta y salió de la habitación sin decir nada, pensó en lo mucho que le hubiese gustado poder contarle a alguien sobre su descubrimiento; a sus amigos, principalmente. Pero lo cierto es que, a pesar de que había decidido que ya no sería el mismo Dylan desde hacía meses y acudiría con Nora y Trevor más seguido, en esta ocasión quería hacerlo solo. Era algo importante para él, para saber quién era realmente y ese era un viaje que debía hacer por su cuenta.

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