Penumbra

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Dylan 

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Dylan 

Dolía. Realmente dolía.

Pero lo peor de todo es que ni siquiera sabía qué era lo que dolía. Pero no saberlo exactamente no evitaba que las lágrimas resbalaran esporádicamente por sus mejillas. No se había roto, no, pero tampoco estaba muy lejos de hacerlo.

Asu suerte Trevor había aceptado ir por él en su auto. La razón por la cual no había ido con él desde el principio es porque temía las preguntas que podía hacerle, y las reprimendas que le daría cuando no contestara a como él quería. Realmente no quería lidiar con todo lo que hacía mal. Cuando lo llamó intentó prepararse mentalmente para el bombardeo, pero Trevor no habló. No dijo nada. Ni cuando llamó ni cuando estuvieron ambos en el auto. Lo único que hizo fue darle una palmada en el hombro, como soporte y decirle que pasara lo que pasara, que él iba a estar con él.

—Lamento por cómo he actuado —dijo una vez estuvieron frente al edificio de Dylan—. No era mi intensión irme en contra tuya. Estaba molesto, sí, pero lo que debí haber hecho fue apoyarte y escuchar tus razones de todo. No diré que no he sido buen amigo, porque todo lo que te he dicho ha sido para tu bien. No te lo he dicho de la mejor manera, tal vez, pero aun así no quiero que pienses que no puedes venir conmigo cada vez que te sientes mal. Somos mejores amigos, Dylan, siempre puedes venir conmigo.

Dylan se volvió a su amigo, a quien apenas podía ver por la oscuridad de la noche. Pero sabía que sus ojos demostraban sinceridad. Apreciaba las palabras del chico, de verdad lo hacía y quería contarle todo lo sucedido en los últimos días, era solo que en ese momento no tenía fuerzas.

Sin embargo, cuando Trevor no pudo evitar desviar la mirada a su ropa, supo que debía decir algo.

—No es lo que piensas... —dijo con voz algo débil—. Nosotros no...

—Está bien, amigo. Podemos hablar mañana —Trevor sonrió cálidamente—. Ve a descansar un poco.

El castaño sonrió a modo de agradecimiento y finalmente bajó del auto, para correr a su edificio y finalmente a su habitación. De verdad estaba cansado. Física y emocionalmente cansado.

Sin embargo, cuando creyó que el día por fin se había terminado, las cosas solo fueron a complicarse más, cuando observó a Erick sentado en el suelo, al lado de su puerta.

Dylan se quedó a varios pasos de él, un poco consternado. Cuando Erick se percató de su presencia, parecía feliz, pero debía decir «parecía» porque no estaba completamente seguro que esa expresión fuera realmente de felicidad. A decir verdad, ahí a lo lejos se veía algo de molestia e ironía. Como si fuera hasta tonto que se encontraran en esa situación.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el castaño, con voz más débil de lo que creyó que estaría.

Su novio se puso de pie, pero no avanzó hacia él, ambos se quedaron con una buena distancia de por medio. Dylan se sintió hasta demasiado expuesto en ese momento, cuando el rubio lo observó con mirada evaluadora. Sabía que esa ropa no era suya.

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