Una vez más

12 4 0
                                        

Dylan 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dylan 

—Gracias por traerme, pero a la próxima iremos en mi auto, ¿de acuerdo? —le dijo Dylan a su novio mientras bajaba del vehículo—. Odio las motocicletas.

—A tus órdenes —le contestó con un tono falsamente serio.

Se quitaron los cascos y Dylan no desaprovechó la oportunidad de rodear al rubio por el cuello y atraerlo a sus labios.

—Realmente lamento lo que pasó de vuelta en el apartamento, Erick —dijo cuando se separaron luego de un corto beso.

El chico sonrió cálidamente.

—Ya no te preocupes por eso, ¿de acuerdo?

Dylan solo asintió y volvió a aprisionar la boca del chico con la suya. El beso se profundizó solo un poco, tomando en cuenta que estaban en público, pero eso no quiso decir que no le quitó por completo el aliento. Se separaron nuevamente, sin embargo, el castaño no logró observar más detenidamente las perfectas facciones de su novio, porque un destello blanco y gris en movimiento captó su atención por el rabillo del ojo.

Se volvió inmediatamente, pero lo único que alcanzó a ver fue ese mismo destello acompañado de unos ojos oscuros, una gran nariz negra y una lengua rosada.

Dylan cayó de inmediato al suelo tanto por la sorpresa como por el impulso que llevaba el perro luego de haber saltado sobre él. Sintió las lamidas en su rostro inmediatamente, al tiempo que escuchaba a Erick llamarlo preocupado. Cuando finalmente abrió los ojos supo de inmediato quien lo había atacado.

Una sonrisa se coló por su rostro, porque creyó que jamás volvería a ver a ese perro tan dulce. Sin embargo, esa felicidad solo duró una milésima de segundo, hasta que cayó en la cuenta.

—¿¡Fender!? —dijo con puro terror.

Su corazón latió tan fuerte que creyó que se saldría de su pecho y un miedo terrible de levantar la mirada lo invadió.

Erick lo ayudó a levantarse, cosa que apenas notó porque su mente ya estaba por colapsar. Dejó la mirada un poco más en el perro, hasta que tuvo la valentía de mirar al frente.

Justo ahí, apenas a unos tres o cuatro metros, se encontraba él.

Sus ojos miel se conectaron con los ojos verdes del chico y esa vez, no solo se le salió el corazón, sino que el alma entera.

—¿K-Kyle? —lo llamó, impresionado de haber encontrado su voz, aunque esta había salido un poco más aguda de lo que le hubiese gustado.

El chico lo miraba con la misma expresión de puro desconcierto que seguramente estaba usando él.

Tragó saliva y se volvió ligeramente a Erick, esperando que entendiera que necesitaba que se quedara en donde estaba. Cuando comenzó a caminar hacia el chico de ojos verdes y el rubio no hizo nada, supo que había entendido. Caminó despacio, con Fender aun correteando a su alrededor y dando pequeños brincos. Seguramente ese can lo había extrañado tanto como Dylan a él.

CollideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora