Sin ataduras

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Kyle 

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Kyle 

¿Qué cómo esperaba despertarse Kyle? Pues se imaginaba simplemente por la claridad que entraba en su habitación, que le diría que ya era hora de levantarse. También pensó que podía despertarse por una alarma puesta la noche anterior, con una llamada, un mensaje. Cielos, hasta hubo algún tiempo en el que despertarse con algún puñetazo en el rostro no era nada fuera de lo común. Pero con lo único que realmente no se imaginaba, era siendo sacudido ferozmente como consecuencia de una persona saltando una y otra vez sobre su cama.

Entre saltos que pegaba su cuerpo contra el colchón, se volvió hacia la única persona en el mundo que tendría el atrevimiento para molestar a Kyle de esa forma.

—¿Qué demonios, Sally? ¡Deja de hacer eso!

Kyle no era uno de los que siempre se levantaban con mal humor. Era decir, de por sí ya tenía una actitud sombría siempre, a pesar de que en el último tiempo esta hubiese amainado. Sin embargo, despertar de aquella manera sacaría de quicio a cualquiera.

La chica simplemente rio, mientras daba otro par de brincos y luego se dejaba caer completamente sobre el colchón.

—Buenos días, rayo de sol —escuchó la voz de Isaac, quien lo veía desde los pies de la cama.

El de ojos verdes no pudo evitar mantener su mirada fija en la de su amigo durante más tiempo del necesario y este, claramente dándose cuenta, le sonrió de manera pícara. Kyle sacudió la cabeza, intentando volver a la realidad.

—Voy a poner doble seguro en la puerta, en serio. ¿Por qué están en mi habitación? ¿Y a qué viene todo este escándalo? —preguntó, aún malhumorado mientras buscaba a su perro, el cual se mantenía al lado de Isaac moviendo la cola.

«Vaya perro guardián» se lamentó en silencio.

—Pues sabemos que estos últimos días has estado muy pendiente de tu madre y claro, nos emociona que esté bien, pero no tuvimos oportunidad para preguntarte qué te gustaría hacer hoy. Creo que te vendría bien salir, ¿no te parece? Puedes tomarte el día libre o medio día libre, si así te sientes cómodo. Estoy segura que tu jefe no te dirá que no, además podemos mover influencias... si sabes a lo que me refiero...

Kyle parpadeó varias veces, intentando procesar cada palabra que su amiga le había dicho. Ella se percató de inmediato e hizo una mueca de disculpa.

—Lo siento... otra vez hablé demasiado, ¿verdad?

Aquella era una característica esencial en Sally. Su amiga solía hablar mucho y muy rápido cuando estaba nerviosa o emocionada. Kyle se percató de ello desde el momento en que se conocieron, cuando habló sin parar al otro lado de su puerta. En cualquier otra situación, aquello le hubiese parecido irritante, pero no en Sally. El de ojos verdes realmente creía que, de no ser así, no sería la misma chica. Aquello de hecho la hacía agradable.

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