Hacerlo feliz

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Kyle 

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Kyle 

Había subido el volumen tanto para apagar sus pensamientos, como para evitar que todo el taller se enterara de lo frustrado que estaba. Sin embargo, estruendo de las herramientas chocando fue más fuerte de lo que pensó y solo pidió porque Dylan no se volviera a verlo. 

Lo había dejado ir por tercera vez y la frase «la tercera es la vencida» resonaba en su cabeza, como la música en ese momento resonaba por el taller.

Kyle siempre había dicho que se conformaría con tener a Dylan, aunque sea en una pequeña parte de su vida, porque perderlo por completo sería más doloroso que verlo todos los días sin poder tocarlo. Sin embargo, había pensado mucho en su situación. Él nunca se había considerado una persona egoísta y no podía empezar ahora. Ya no era solo el castaño del que estaban hablando, sino que era del castaño y su nuevo novio. Si la cosa fuera al revés, a Kyle no le gustaría nada que su pareja estuviese de amigo con su ex quien todavía tiene fuertes sentimientos por el otro. 

Aunque, ahora que lo pensaba un poco mejor, tal vez sí estaba siendo algo egoísta. El castaño aparentemente no quería perderlo por completo, pero Kyle tampoco podía aceptar sus condiciones. Eso de aparentar que no se moría de ganas por tenerlo de nuevo en sus brazos no era algo a lo que estaba dispuesto, así como no estaba dispuesto a ver a Dylan feliz con otro chico. No podría soportarlo.

—¿Estás bien? —le preguntó la inconfundible voz de Isaac.

Kyle, quien había estado inclinado sobre el motor del Jeep, con las manos puestas sobre este para mantener el equilibrio, se volvió lentamente al chico.

—¿Cuánto escuchaste? —le preguntó serio, tirando sus manos a sus costados.

Isaac se encogió de hombros.

—Lo suficiente para saber que debió haber sido duro —frunció los labios, mientras se acercaba al de ojos verdes—. Lo lamento... por haber escuchado y por lo que pasó con el chico.

—No te preocupes —respondió con honestidad, al tiempo que volvía a tomar sus herramientas—. Al menos ahora podré seguir adelante, supongo —se volvió al chico, creyendo que diría algo más, pero este solo asintió. Otra cosa que le agradaba de Isaac era que, a diferencia de su prima, él no hablaba de más o si no lo creía necesario—. ¿Qué haces aquí, de cualquier modo? ¿No tienes clases?

Isaac cambió su semblante serio y sonrió como aparentemente solo él sabía hacer, como entre sonrisa de galán y de chico honesto.

—Acomodé mi horario para tener un par de horas libres en la tarde —dijo sin darle mucho interés—. Me gustaría empezar a trabajar, así que...

Kyle asintió, aunque no podía dejar de pensar en que Isaac realmente no tenía la necesidad de hacerlo. Sus padres estaban más que felices porque el chico se concentrara en la carrera para no atrasarse y conseguir pronto un buen empleo. No era que el chico fuera un consentido, pero los padres de este no tenían problema con mantenerlo un poco más.

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