Crueldad del universo

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Dylan 

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Dylan 

El día se había nublado un poco, pero aún era difícil saber si llovería o no. El cielo todavía se veía como si en cualquier momento las nubes terminaran por dispersarse. Sin embargo, no le molestó la huida del sol, considerando que lo último que quería era sentir su piel quemándose mientras que estuviese sentado ahí en el césped, al lado de sus dos mejores amigos.

El Tercer Acto se volvía a encontrar, aunque solo fuera por esa tarde.

Los padres de Baverly los habían invitado a comer ese día sábado, ya que no habían podido verse en casi todo el verano. Trevor y Dylan aceptaron gustosos. Siempre les hacía bien compartir con la familia de su mejor amiga, se sentían más cerca de ella; aunque seguía siendo difícil, sobre todo porque sus pertenencias seguían en donde la chica las había dejado y sus fotografías eran las que más resaltaban en la pared.

Trevor y Dylan habían tomado la tradición de siempre ir a ver a Baverly luego de comer con sus padres y, si no los veían, entonces igualmente tenían que escoger un día al mes para ir a verla. No había sido una regla ni nada, sino que simplemente salió de manera espontánea y que, aunque doliera, siempre les apaciguaba un poco más el corazón.

Estaban sentados uno a cada lado de la lápida, sobre el verde césped que ya había crecido sobre esta. En la piedra, Dylan nunca se cansaba de leer la leyenda:

In the end, we'll all become stories.

—Margaret Atwood

Dylan había querido que grabaran la famosa frase de Robert Frost*, pero terminó aceptando que la de Margaret era la más adecuada. A Baverly seguro le habría encantado por igual.

—Baverly, ni adivinarás el drama en el que se metió Dylan —comenzó a decir Trevor luego de acomodar las flores que habían llevado.

—No empieces, Trev —lo amenazó mientras lo apuntaba con el dedo.

—Oh, vamos, te hará bien contárselo, además, seguro ya lo sabe —se encogió de hombros—. Solo desahógate.

Eso era otra cosa que también hacían. Hablaban con la chica como si ella realmente estuviera sentada ahí entre ellos. Claro, Trevor y Dylan tenían fe de que así fuera, pero estaban conscientes de que era algo extraño. Querían creer con todo su corazón que la chica los estuviese escuchando, pero siempre había una parte, por muy pequeña que fuera, que los hacía dudar.

Aun así no se comportaban de manera diferente y, a decir verdad, a Dylan le gustaba poder hacer eso con Trevor. Hacía que las cosas no se sintieran tan dolorosas como de costumbre.

Le contó a su amiga lo que estaba pasando. Ya había mencionado que no le había contado a Erick sobre Kyle, pero ahora que este último se había reaparecido, no sabía qué hacer. Trevor interrumpió su relato un par de veces, recordándole cuáles eran sus opiniones al respecto, pero no dijo nada más. Cuando terminó, de verdad, de verdad sintió que en cualquier momento la chica le diría algo, le daría algún consejo, pero fue solo por una milésima de segundo.

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