SEGUNDA PARTE DE THE CRASH
Ha pasado un año y medio desde el incidente. Desde que estos dos chicos se vieron forzados a renunciar al otro. Dylan y Kyle intentan seguir con sus vidas separadas, a pesar de que en el fondo, el corazón de ambos sigue añ...
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Dylan
El castaño nunca se dio cuenta del momento en que empezó a quedarse dormido. Solo recordaba haber estado llorando desconsoladamente en el regazo de Kyle y ahora, lo siguiente que sabía era que estaba recostado en una superficie blanda. Intentó abrir los ojos rápidamente, considerando que no recordaba nada entre un evento y el otro.
Para su sorpresa, se encontraba cómodamente recostado en el sofá del apartamento de Kyle, con una cálida manta cubriendo su cuerpo. La televisión estaba apagada y los VHS estaban ordenados en la mesa de café.
¿Realmente se había quedado dormido mientras lloraba? ¿Cuánto tiempo había pasado? Del otro lado de las cortinas a cada costado de la puerta, se veía una ligera luz azulada. El sol acababa de esconderse.
Se levantó del sofá lentamente, considerando que apenas se había movido y ya se sentía asaltado por un terrible dolor de cabeza. No debió llorar tanto.
Una vez sentado, buscó a Kyle con la mirada, pero el chico no estaba con él. El único que se había quedado recostado a su lado había sido Fender, el cual comenzó a mover la cola una vez lo vio despierto.
Llamó al otro chico, esperando que tal vez estuviese en su habitación, pero nadie respondió y tampoco se escuchaba movimiento en todo el apartamento. Cuando creyó que lo mejor sería solo levantarse e irse, su exnovio apareció por la puerta, con dos bolsas de papel entre los brazos.
—Despertaste —dijo el chico cuando observó a un Dylan confundido sentado en el sofá.
—Lo siento, de verdad. No quise quedarme dormido —dijo automáticamente, cuando su cabeza de inmediato se replanteó que estaba invadiendo el apartamento del chico, de manera literal.
Otra vez hizo ademán de levantarse, pero una punzada en su cerebro le pidió que se quedara un rato más sentado. Dylan no pudo evitar llevar sus dedos a sus sienes para masajearlas.
—No te disculpes, Carter. No me molesta —le sonrió a medias y se encaminó a la cocina, regresando solo un segundo después—. Ten, te traje algo para ese dolor —indicó mientras le extendía una pequeña pastilla y un vaso con agua.
El castaño le sonrió a modo de agradecimiento y se la tomó inmediatamente. Esperaba que hiciera efecto rápido, considerando que apenas podía mantener los ojos abiertos.
—¿Cómo te sientes? Además del dolor de cabeza, claro —le preguntó Kyle mientras se sentaba a su lado, pero dejando un prudente espacio entre ellos.
Dylan suspiró.
—Cansado... un poco apenado, he de decir —intentó sonreír un poco—. Pero más tranquilo. Gracias y... lamento el drama que te causé.
El castaño negó levemente con la cabeza, recordando avergonzado cómo había llorado y todas las preguntas que había querido que Kyle le contestara, aunque sabía que era imposible. Se había desahogado por completo y no podía dejar de pensar en la incómoda situación en que seguramente dejó al de ojos verdes.