En Tenochtitlan:
Habrías tomado su mano sin dudarlo cuando te pidió que lo acompañaras, creyó que dudarías y por un momento sus ojos se cristalizaron pero cualquier sentimiento de miedo desaparecería al sentir tu mano tomando la suya.
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En Tenochtitlan:
Habrías tomado su mano sin dudarlo cuando te pidió que lo acompañaras, creyó que dudarías y por un momento sus ojos se cristalizaron pero cualquier sentimiento de miedo desaparecería al sentir tu mano tomando la suya.