Parte 3 del 053
La mujer que hacía el arreglo de mi cabello se apresuró con los últimos toques a la corona de flores que habíamos decidido a ultimo momento.
Ajak ya se había ido después de darme un fuerte abrazo y derramar algunas lágrimas mientras me veía con ternura.
Cuando al fin terminó salí corriendo a la pequeña septa donde celebraremos la boda.
Mis pies descalzos tocaban el suelo fresco mientras mi vestido ondeaba con el aire, un hermoso vestido blanco cortesía de la reina y también del rey en parte. Las fina telas rozaban mi piel sintiéndose muy suave, me sentía hermosa y mi corazón latía con fuerza en mi pecho a la espera de por fin estar unida a él.
Si fuera por el rey hubiera organizado un banquete especial para ambos, estaba un poco loco aunque le agradabamos, excepto Ikaris, él no era muy querido, tampoco me agradaba el tonto y agradecida el hecho de que no estuviera.
Era un poco triste la situación este lugar pues el rey estaba seguro de que intentaban derrocarlo y estaba en lo cierto, una guerra se aproximaba y no podríamos interferir, no era justo.
Habíamos visto a su dinastía ascender al trono hace caso trescientos años y ahora probablemente veríamos su caida. Este lado del mundo era demasiado violento y destructivo.
Había llegado al sitio y me detuve arreglando mi vestido, arregle la capa que cubría mi espalda hasta los talones, bordada con un hilo dorado brillante y camine despacio.
—Con que aquí estas, mi niña. —Gilgamesh suspiró aliviado y reí— Te vez tan hermosa, déjame darte un abrazo. —con cuidado me rodeó con sus brazos y depositó un beso en mi frente.
—¿Druig aun sigue ahí, verdad?
—Esta postrado en ese altar esperándote, hasta le tiemblan las piernas. —se burló.
—No debería demorar más. —mire que el vestido estuviera perfecto y mire hacia la entrada, varios ya me habían visto— ¿Me llevas? Siento que me voy a caer a mitad del lugar.
—Con gusto. —tomé su brazo para comenzar a caminar. El Gil me acompañara me daba cierta paz.
Sonreí en dirección a la reina, no creía que en realidad se tomara la molestia de venir.
Y Druig, mi mirada se conectó con la suya y no era capas de prestar atención a nadie mas, sus ojos brillando y su sonrisa tan hermosa, incluso más que cada día.
Reí avergonzada cuando escuche las risas divertidas de los demás al ver mi impaciencia por llegar a mi futuro esposo, incluso apurando a Gil.
Por fin estaba frente él, tomando sus manos entre las mías. Estábamos tan cerca viéndonos el uno al otro.
—“Que los dioses sean testigos de esta unión” —el Septon habló en nuestra dirección con claridad.
—Yo soy tuya y tu eres mio,
Y yo soy tuyo, y tu eres mía.
Desde este día, hasta el fin de mis días.Quien llevaba a cabo nuestra unión ordenó a Druig colocar la gruesa capa que llevaba sobre mis hombros, era un simbolismo de protección.
La capa era realmente preciosa, de color negro y bordados rojos, tal como su traje.
El beso fue el más apasionado y sentimental que nos habíamos dado, tal vez por lo que significaba y el lugar donde nos encontrábamos.
Acaricié sus mejillas mirándolo un instante, aun estaba perdido en sus pensamientos, sonreia aun con sus ojos cerrados.
—Te amo, Druig.
—Te amo, Emma.
Makkari fue la primera en acercarse para abrazarnos.
“Felicidades, estoy tan feliz por ustedes.” volví a abrazarla con cariño “Te ves realmente hermosa, Em”
—Yo también me veo hermoso, hasta parezco uno de esos Lords estirados. —las dos reímos con gracia— Ya vuelvo. —besó mi mejilla antes de alejarse.
—El blanco es mi color pero te lo perdono porque es tu día y te vez tan adorable. —Thena me abrazó de forma fraternal y cariñosa— Se que Druig seguirá amándote y cuidándote incluso más que antes.
—Oh, mi preciosa pequeña. —Ajak acaparó toda mi atención con su emoción— Es tan hermoso ver como eligen ser felices acompañandose unos a otros.
—Las amo chicas, gracias por compartir tan importante momento conmigo. Y a ustedes también, son los mejores.—me dirigí hacia Kingo y Gil, al final del día me dirían los brazos de tantos abrazos.
—Si, si todo muy hermoso pero ¿a quien prefieres como figura paternal? —ni en mi boda dejaba de ser un payaso.
—Lo siento Kingo pero creo que es obvio que a Gilgamesh. Pero tu eres mi hermano genial y divertido, nadie se burla mejor de Druig y de mi como tu. —hizo un gesto con su mano sin estar convencido y medio disgustado pero luego sonrío— Y Phastos el tío gruñón. —este río negando.
Todos vieron a mis espaldas y volteé.
La reina se acercó a mi seguida de sus doncellas, su cabello blanco era tan llamativo, el distintivo de su extraña familia.
—Este es otro regalo para ti, dulce niña. —se trataba de un lindo colgante con el logo de su casa.
—Es muy hermoso, gracias, por todo.
—No tienes que agradecer, todos ustedes han sido un instante de calma en el infierno que se aproxima.
Sonreí con tristeza y ella levanto mi mentón negando con su cabeza.
—Es su boda, un día especial, no es lugar para estar tristes. —me abrazó con fuerza, tenia ese instinto maternal vivo.
Una flor de mi corona se cayó y la tome antes de que llegara al suelo colocándola en su cabello.
—Eres tan dulce, espero puedas repartir un poco de esa bondad que hay en ti por este mundo, de verdad nos hace tanta falta. Ahora ve, tu esposo te espera impaciente.
Me despedí con una reverencia y fui rápidamente hacia Druig saltando sobre sus brazos, me recibió con alegría besándome incontables veces.
Fue una ceremonia realmente preciosa, llena de música y baile, también de escondernos para comer a gusto sin parecer auténticos nuestros de hambre, sobre todo Druig que quien de los nervios no dejaba de comer pero tenia su atención y besos así que estaba contenta.
—Cuando estemos en la habitación y debamos consumar nuestro matrimonio —sus manos apretaban mi cintura haciendo que fuera divertida—, ¿debo de hacerme el sorprendido o actuo natural al verte? —besó el dorso de mi mano, su mirada divertida y algo atrevida me encantaban.
—Solo prepárate para una noche muy entretenida. —mordí su labio inferior.
—¿Acaso esta insinuando algo, mi lady? Tenga piedad de mi se lo pido. —expresó mientras acariciaba su mejilla con mi dedo índice. Di un pequeño grito cuando me alzó en brazos, todos al rededor festejaron y rieron.
La ceremonia siguió y ambos seguíamos disfrutando de nuestro momento hasta el ultimo segundo.