—Pero por supuesto que no, no lo permito. —la voz y mirada de mi padre eran estaban muy enojadas y hasta con odio dirigido a Druig— No permitiré que te cases con mi hija.
—Ya estamos casados. —ni siquiera deje a Druig decir algo con tono despectivo a mi padre, ambos se sorprendieron de que no temiera al decirlo.
—Pero escuche decir a esas pequeñas que era un deseo, jamás dijeron que había ocurrido. —estaba aún más enojado.
—Pues no teníamos porque decir nada mas, sabes como son las niñas aquí, se emocionan por todo y queríamos que fuera privado, algo solo nuestro.
—¿Y no has pensado en que tus padres debían saberlo? —volvió a decir.
—Lo habrías hecho tu problema como siempre haces, siempre queriendo estar en medio y esto no te involucraba, aun mas sabiendo que te negarias. —estaba enfadada pero mantenía un tono firme pero sin gritar— Amo a Druig y él a mi.
—La amo con mi propia vida que no te quepa duda y nos casamos el mismo día en que se lo propuse —hasta ahí fue su tono dulce aunque nuestras manos seguían unidas—, tampoco es que pudieras impedir algo.
—No es como si fuera la primera vez que rechazo su relación.
—Y tampoco la primera que dejo claro que tu palabra no tiene valor en lo que tiene que ver a nuestra relación. Tu amabas a mamá cuando te casaste y nadie se interpuso, yo quiero a Druig y ni siquiera mamá estuvo allí por tu causa.
—La discusión se escucha al otro lado del lugar ¿Que esta ocurriendo aquí? —la voz de Sersi entró en escena.
—Lo que ocurre aquí es que nuestra hermosa hija ha decidido casarse a escondidas.
—Me alegro tanto por ustedes, sabía que eso pasaría. —se acercó a ambos abrazándonos— Ikaris creí que habíamos hablado de esto, no entrometernos en lo que nuestra hija decidiera, ya no es una niña.
—Tiene casi dos mil contra cinco mil de Druig.
—¿Y que? Mi apariencia ya no cambiara y la diferencia entre ambos no se acortara tampoco.
—Es que tu problema ni siquiera es ese, es el hecho de que sea yo y no alguien más. —la manera en que se miraban no era agradable, mi pase parecía a punto de dispararle con sus rayos.
—Basta, esta discusión no tiene sentido. Nada va a cambiar y su estúpida riña por quien tiene las pelotas mas grandes me tiene cansada. —mire a ambos— Gracias mamá por tu apoyo, significa demasiado. —Ikaris se fue del lugar.
—Se que Druig será capaz de cuidar de ti y protegerte, se lo mucho que se aman y es mas que suficiente para mi. —sonreí en su dirección, agradecía tener los ojos de mi madre así tenia un motivo menos para estar enojada con la vida por parecerme mas a mi padre.
—Ella es lo mas importante, jamás haría nada por lastimarla o a ustedes. —abrace a Druig de manera tierna y fuerte haciendo que se quejara un poco.
—Yo los dejo. Por cierto las niñas te estan buscando para que les hagas tus peinados y ellas a ti... También a ti Druig. —el mencionado puso una cara de horror al recordar las risillas, tirones de cabello y algún que otro beso en sus mejillas, demasiado afecto para él.
—Oh, si. Ya vamos para allá. —mamá se retiró y volvimos a quedar solos— Bueno, ha sido mejor de lo que creí.
Su expresión estaba algo tensa así que decidí darle un dulce beso para que se relaja, funcionó y de nuevo comenzó un nuevo beso demandado por él.
De pronto se sintieron unas pasas rápidas y el lugar se lleno de perlas voces emocionadas.
—A por él, niñas, me ha dicho que quiere un peinado nuevo. —todas rieron y algunas tiraban de la vestimenta de Druig, este tenia sus ojos entrecerrados en mi dirección y reí.
—¡Oigan, no quiero quedar calvo! —sus tiernas risillas celentaron mi corazón.
—Por favor tratenle con más cariño, apenas llevamos casados una quincena, quiero concejales mas tiempo.
—¿Ya se han casado? —expreso con asombro una de ellas, tenia unos siete años— Yo quería estar allí, para decir que si y casarme con él.
—No seas tonta, su corazón pertenece a Diane y así será por siempre.
—Déjame soñar, quiero casarme con alguien tan bello con el señor Druig.
—¡Hey! Una sonrisa dulce mas y le conquistaras. —bromee pellizcando su mejilla y se escondió tímida.
Druig se resignó a ser el centro de atención y la avalancha de ocho niñas enamoradas se lanzaron sobre él, aunque había una en especial, una pequeña de cuatro años llamada Diane en honor a mi, se quedo a mi lado tomando mi brazo y sonriendo divertida por la escena.
Ella siempre se quedaba a mi lado aunque no estuviéramos haciendo nada, hasta bromeabamos con que eramos madre e hija hasta que Druig me comentó que para la pequeña no era tanto una broma, sus padres estaban muertos y necesitaba de alguien mas, no tuve problemas en que nuestro vínculo fuera mas cercano.
Junto a Druig era nuestra pequeña.
—¡Diane! ¡Ayuda por favor!
—¿Cual de las dos? —comenté divertida viendo como una de ellas removía su cabello.
—Ambas.
Si ayudamos pero no en su rescate, si no a que fuera un poco mas tortuoso y divertido. Me utilizó como escudo abrazándome y dejándonos caer al suelo para que lo dejaran pero no funcionó y ambos terminamos siendo víctimas de sus pequeñas manos malignas.