—Oh, con que aquí estabas. —suspiré aliviada al ver al de ojos azules y cabello oscuro, mi única acción fue abrazarlo con fuerza mientras dejaba que sostuviera mi peso ya que había dejado de sostenerme por mi misma.
—¿Ahora que sucede, pequeña? —ya estaba acostumbrado a esto, yo me sentía mal, lo buscaba y lo que había era estar en silencio hasta que pasara.
—No lo se, solo me siento mal y necesitaba un abrazo.
—¿Mal? Pero si no podemos enfermar.
—Es emocional, usa el cerebro. —le empuje levemente.
—Discúlpeme señorita, controlo mentes no soy adivino. —sonrió con gracia mientras acariciaba mi mejilla y sostenía mi espalda, mi malestar servía para recibir su cariño aun mas sentimental para mi— ¿Quieres hablar de eso o solo quieres quedarte aquí y solo recibir mimos?
—Quiero quedarme aquí, hay mucha gente fuera y me estresan, no se como puedes quererlos tanto.
—Porque a diferencia de ti, no tienen la fuerza para protegerse por si solos de muchos peligros.
—Pero hoy estoy mal y necesito toda tu atención, ellos pueden cuidarse por un día. Abrázame. —tomé impulso para que tomara mis piernas.
—Siempre con tus dramas, pero ¡Hey! Tu eterno favorito esta aquí para cuidarte. —me tomó como un bebé.
—Es lindo que te tomes la molestia de ser así solo porque si, si fuera alguien más probablemente me habrías lanzado a los lobos.
—Tienes suerte de que te quiera. —lo miré —No lo escuchaste de mi.
Todo iría de maravilla si Gilgamesh no hubiera pasado y comenzado a burlarse. Mi dedo medio relucio en el aire en su dirección.
—¡Respeta a tus mayores, enorme bebé! —Druig se volteo para llevarme lejos de el y no seguir peleando.