❝ Cinco ❞

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...

RA-YEON

Me desperté por el constante picoteo en mis mejillas, que conocía perfectamente.
Abrí los ojos lentamente para así toparme con Adam, el búho mensajero de mis padres. Había dejado una carta a mi lado y ahora me daba severos golpes en la mejilla con su pico.
La ventana siempre estaba abierta por ese tipo de cosas, así que afortunadamente no tuve que levantarme a abrirle y pude leerla en la cama. Cuando me incorporé, el búho se fue y yo comencé a leer la carta.

"Hola, Ra-Yeon.
Ya te contaremos por qué te has mudado ahí. Por ahora céntrate en seguir con tus avances en el nuevo instituto, descubre la ciudad y explora como tanto te gusta. Pero sin saltarte las normas, que te conocemos...
Considera eso un viaje de intercambio o algo así, ya que volverás a casa en algún momento. ¡Esperamos que hagas amigos!

Atentamente: Papá y mamá."

Lo primero que pensé fue que quería mandarles a la mierda.
"Ya te contaremos por qué estás ahí", sonaba a una broma de muy mal gusto. ¿Cómo podían ignorar de tal manera mi necesidad de descubrir qué hacía ahí?
Y que me dijeran que no me saltara las normas solo me proporcionaba más ganas de hacerlo.

Decidí enrollar el papel en una bola arrugada y hacerlo desaparecer de un toque.

Me levanté, froté mis ojos varias veces y dirigí mi dedo al armario. La puerta de este se abrió, y yo saqué con telequinesis y algo de magia un vestido y unas botas.
Posteriormente, me puse estos con algo de pereza y fui hasta el baño, donde me cepillé el pelo como salía hacerlo, sin las manos. Controlaba el cepillo con la visión y era incluso más fácil. Rara vez lo había hecho de la forma tradicional. De hecho, allí no era nada común. Lo descubrí una de esas veces que hice una escapada ligera al mundo humano ya que allí siempre era así, no tenían magia.

Volví al cuarto, saqué una pluma y hoja del cajón de útiles escolares y comencé a escribir con esta, telepáticamente.

"Hola, maestra Kim.
Soy Ra-Yeon y, ya que mis padres no me han querido proporcionar ninguna información, quería saber si tú podrías decirme qué es lo que estoy haciendo en Maleficia. No me quejo, me gusta más que Maledictionis, de hecho. Sin embargo, quiero saberlo.

Gracias."

Lo doblé varias veces hasta que quedó un cuadrado diminuto y se lo di a Baedal, que viendo que iba a escribir, estaba expectante. Había abierto su jaula al levantarme por lo que podía salir él solo. No me daba miedo, o algo así; Baedal era muy fiel y no se escapaba.
Agarró con su pico la carta y se marchó por la ventana en dirección al instituto, donde le dejaría la carta a mi profesora, Kim Hana, en su escritorio.

Salí de allí cargando mi mochila ya que tenía algo de prisa. Tenía mi primera clase de mitología y era un tema un tanto interesante. Por alguna razón ese día las clases empezaban más tarde para mi promoción, por eso Tzuyu no estaba y yo pude dormir más de lo habitual.

Anduve por los pasillos hasta que encontré la clase y entré, el profesor ya estaba así que hice una reverencia a modo de saludo y disculpa, y me senté.

La mitología siempre me había llamado la atención, saber sobre los distintos y extinguidos tipos de bruja que hubo y su relación con los dioses. Sin embargo, en Maledictionis no dábamos mitología si no historia, era diferente y más aburrido. Eran simples sucesos que por mi época ya no tenían importancia ninguna.
Lo único que recordaba de historia, era que las originales crearon las tierras al haber obtenido la magia haciendo sus pactos y conexiones con las fuerzas sobrenaturales y Satán. De hecho, una de las originales era una bruja satánica.
Después de aquello y de crear nuestra isla en medio de Corea, Japón y China, ya que cada una era de una nacionalidad distinta, decidieron que formaríamos parte de Corea, por eso hablamos el Coreano en las tierras de las brujas. Los humanos no lo sabían debido a la capa que recubría nuestras tierras, que las hacía invisibles. Eso lo hacía aún más divertido.
Que utilizásemos el latín era curioso, pero cierto. Y es que las originales eran las primeras brujas reales, pero no las primeras en inventar hechizos y creer firmemente en la magia. Eso ya lo hacían mucho antes y es por eso que sacaron algunos nombres de pócimas, maldiciones, etcétera, de las profecías y manuscritos antiguos. Por esos inicios era que teníamos que aprender latín y hacer los hechizos en este idioma.

𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora