❝ Epílogo ❞

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...

Las campanas nupciales sonaron una última vez haciendo aquel característico ruido tintineante y agudo. Adornadas con un lazo blanco encima, fueron detenidas por Hyo-ri, una de las damas de honor.

La ceremonia al aire libre ya había empezado. Frente a aquella cascada donde se dieron su primer beso, Jungwon y Ra-Yeon habían logrado celebrar su boda.

Cuatro años habían pasado.
Beomgyu había dejado la escuela una vez terminó los años obligatorios y formó una tienda de hierbas aromáticas junto a Taehyun.
Momo, su segunda dama de honor, terminó el instituto y fue a vivir junto a Sana a una cabaña en Maledictionis. Allí mismo vivían Jay y Hyo-ri, ya que el primero de ambos quiso volver a vivir en su ciudad natal.

La voz de Sunghoon, que dirigía la boda con orgullo, interrumpió los pensamientos que se le venían a Ra-Yeon a la mente cuando veía a todos sus amigos, su padre y su hermano sentados en los bancos de madera antigua delante del altar. Recordaba como si hubiera pasado hacía un par de días cada momento de su vida como sucesora rodeada de ellos.
Jungwon, frente a ella, le regaló una última sonrisa antes de pronunciar sus votos, y así mismo lo hizo ella.

Sunoo y Riki continuaban en el instituto, pero ya planeaban ocupar una de las casas vacías en el clan Nishimura.
Heeseung y Min ya habían dejado sus clases de lado, y se escaparon a Caerula, el pueblo del que provenían los brujos marinos del clan con el que Sunghoon volvió a unirse, exitoso.
Jimin salió del instituto tan pronto como pudo y siguió viviendo con los Yoo.
Jake era un sucesor muy amado y reconocido, y hacía el bien por las tierras cada vez que podía.
Sihyeon era la que mandaba entre los tres, una chica dulce pero con madera de líder.
Y ella y Jungwon seguían como siempre. Si cabía, amándose aún más. Con cada día que pasaba, la relación se fortalecía y el cariño aumentaba.
Por eso, un día como cualquier otro, Jungwon se arrodilló frente a Ra-Yeon pidiendo su mano en una propuesta de matrimonio que aceptó sin pensárselo dos veces.

Y allí se encontraban.
Una boda rústica y romántica de tonos blancos y rosa pálido. Con adornos de madera de roble antigua. Rodeados de flores, de la vegetación colorida y llamativa que creció rápidamente cuando el amor que ambos compartían se posó encima.

Cuando se vino a dar cuenta, Jungwon ya había vuelto a agarrar su mano. Esta vez para colocar el anillo en su dedo anular oficialmente.
Y después, fue ella. Escuchaba cómo el agua de cada cascada desembocaba en el lago dejando espuma que se iba disolviendo y recordaba su primer beso, deseando volver a vivirlo pronto.

—Puedes besar a la novia —avisó por fin Sunghoon, sonriente.

Él aún amaba a Ra-Yeon. Y, de hecho, creía que jamás dejaría de hacerlo.
Pero lo superó.
Cualquiera se daría cuenta con verlos un par de minutos. Ra-Yeon y Jungwon estaban profundamente enamorados. Un vínculo inquebrantable, un amor sin límites. Una relación de amantes y compañeros.

Jungwon se inclinó hasta ella sin intenciones de borrar la sonrisa de su rostro, y colmó sus labios con un beso agradable, extenso, suave y dulce como el azúcar.

—Te quiero —habló sobre sus labios.

—Y yo a ti, Jungwon —musitó.

El éxito era satisfactorio, pero no tanto como el amor que inundaba a los dos. Un baño de cariño los envolvía a cada momento, y cuando eso pasaba, nada más les importaba.

Ra-Yeon recordaba el principio de todo aquello y no veía un final.
El hechizo de inmortalidad que desató en la maldición, y todo lo que vino después.
Y fue una tragedia. Pero gracias a ello, se permitió vivir una eternidad a su lado.

—Por una inmortalidad juntos —Jungwon le guiñó un ojo y se separó para continuar con la ceremonia y dar paso a la fiesta de después.

—No lo dudes —susurró Ra-Yeon.

...

𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora