❝ Treinta y cinco ❞

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RA-YEON

Recordaba perfectamente lo que decía el libro que leí en clase de alquimia con Jungwon. Para realizar la poción que convertiría a Momo en una bruja, necesitaba sangre de un brujo del tipo que quisiera convertirla, acónito, angélica, asperilla olorosa y agua. Todo aquello era asqueroso, por eso le añadiría abrótano para tratar de aliviar el sabor y que no vomitara.

Compré la angélica, el abrótano y la asperilla olorosa. Como el acónito podía llegar a ser mortal, no lo vendían, por lo que tuve que ir yo misma al bosque y meterme en una plantación, probablemente ilegal, para extraerlo.

Ese ingrediente era una de las razones por las cuales la pócima podía resultar letal para un humano, pero no era tan peligroso si lo hacía yo. Lo fundamental para que saliera bien era la concentración y precisión. El acónito solo era letal si se echaban diez gramos o más, algo que mucha gente no sabía. Los libros servían de algo.

Otra razón era consumir la sangre de un brujo que, por muchas similitudes que tuviera con la sangre humana, no era lo mismo. Era mágica.

Aún no sabía si Momo iba a aceptar. No podía estar segura de ello pero, por su determinación el día anterior, creía estar en lo cierto. Por eso decidí preparar la poción de antemano. Allí no podría hacerlo.

En el pequeño caldero de mi cuarto, que me era suficiente para eso, metí las tres hierbas no mortales molidas. Con una báscula, calculé cuánto acónito había echado y eran nueve gramos, la dosis perfecta. Eficaz, pero no mortal.

Después eché agua de una botella, que se comenzó a mezclar con las plantas, fusionándose entre ellas y haciendo una especie de infusión probablemente calmante. El ingrediente que le daría el toque mágico sería mi sangre, y la magia que haría sobre el líquido.

Había conseguido sacarla con una aguja, no era alguien que padecía hematofobia ni nada por el estilo. Los brujos no solíamos ser así.

Momo ni siquiera sabía qué era una bruja con exactitud, ni los tipos que existían, por lo que a ella debía de importarle poco qué acabara siendo. Es por eso que le daría mi sangre y, si todo salía bien y como debía ser, sería una bruja negra. De esa forma también sería más sencillo que le enseñara hechizos.

Vertí la sangre directamente de la jeringuilla en el caldero, y reaccionó de inmediato. Salieron partículas rojas que se esfumaron en el aire y empezaron a salir burbujas de dentro. Bajé la temperatura y removí con el cucharon, pronunciando en susurros palabras en latín que leía directamente del libro, con cierto énfasis y concentración.

Hasta que una pequeña explosión interrumpió mi recital justo cuando dije la última palabra. El color quedó bastante asqueroso, era una mezcla entre rojo y verde, que no llegaba a parecer marrón. El caldero de pequeño tamaño me facilitaba moverlo, por lo que lo incliné y eché toda la pócima que se removía a sí misma creando un remolino, en un frasco de cristal. Este lo metí en mi bolso, y en ese preciso momento sonó la puerta.

Sabía que era Jungwon; acordé con él que vendría a una hora exacta, pues lo tenía todo calculado.

Salí junto a él y no necesitamos mucho tiempo para ir hasta el río, coger su agua y hacer el hechizo que nos ayudaría a volar hasta el mundo humano, donde nos encontraríamos con Momo para convertirla en bruja si es que tomó esa decisión.

...

Ya más tranquilo y acostumbrado a lo que era aquel lugar, Jungwon tocó al timbre de la casa de Momo, pasando delante mía una vez su madre nos abrió en absoluto silencio. Un aura reflexiva y compleja le rodeaba, aún cuando no tenía, al no ser bruja.

𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora