❝ Cuarenta y seis ❞

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...

RA-YEON

En mi caso, el dicho se dio la vuelta. La tormenta después de la calma.
Ni siquiera podía afirmar que sería horrible o incómodo, pero incluso si me equivocaba, no sería lejano a como me lo imaginaba.

La fiesta terminó cuando yo lo decidí. Si hubiera sido por el resto de alumnos, habríamos estado allí hasta la madrugada, pero yo tenía una reunión con las originales que no podía perderme si no quería arder en una columna de fuego.

Jungwon y Sunghoon quisieron acompañarme. Me negué rotundamente ante ambos. Aquello era algo que debía de hacer yo sola. Ya no era enfrentarme a ellas, sino tenerlas de compañeras, ser parte de su equipo, de las decisiones, de la especie de gobierno que teníamos sobre las tierras.

Caminé apresuradamente hasta el tren, donde me subí queriendo volver para atrás, continuar la fiesta y emborracharme para ser tan feliz como Beomgyu en ese estado.
No acepté su invitación por el simple hecho de que no era legal. Aunque nunca me habían importado las normas, pero ir perjudicada a una reunión con aquellas dos no era una buena idea. Sobre todo por Gahyeon.

Mis sentidos parecían estar completamente distraídos. Perdí la noción del tiempo estando en el tren, y me pareció un viaje extremadamente largo y pesado para lo que fue. Tal y como se me presentaría la reunión; complicada e incómoda a más no poder.

Cuando finalmente escuché mi parada, bajé del tren posando un pie en las anchas vías. Caminé hasta encontrarme sobre el camino de gravilla, y frente a mí ya estaba el castillo de Gahyeon. El aspecto era particular, al igual que el mío. De hecho, se parecían bastante, pero de algún modo, el suyo era más intimidante simplemente porque su nombre estaba asociado a él.

Estando ya frente a sus guardias, que eran el triple que los míos, estos me abrieron sin la necesidad de decir algo. Portaba mi bastón, que me hacía sentir poderosa y extraña. Me aportaba un aura extra, una sensación de poder sobre el resto. Aquello hacía ver lo que era, aunque estos hombres cubiertos de metal ya lo sabían.

Miré mi conjunto. No me había percatado de que aún iba vestida como en la fiesta; vestido negro ajustado y corto y botas de mediana longitud. Me costaba descifrar qué pensarían, y estaba demasiado nerviosa como para cambiarme con un hechizo rápido.
Pensaba que creerían que era inapropiado, pero al mismo tiempo, no sería lo más coherente de su parte, puesto que ellas también solían llevar vestidos reveladores y preciosos.

Suspiré y entré por el hueco enorme de la entrada que ya había delante mío.
Pisé el suelo del castillo de Gahyeon, y por primera vez, el taconeo imponente que se escuchaba era el de mis botas. Gahyeon arriba no se movía, y yo ya me sentía con la libertad suficiente como para subir por mi cuenta sin ninguna presión, hacer ruido y demostrar mi presencia. Aún cuando me costaba creer que todo aquello estuviera sucediendo de verdad.
Y eso hice.

Cuando me encontré frente a ambas en la última planta, sentí todo completamente diferente. Eran dos, dos con un hueco vacío en medio que nos llamaba a mí y a mi bastón. Atraída hacia este, fui colocándome levemente hasta que Gahyeon giró su cabeza hacia mí y me sonrió cómplice.

— Ya lo eres. Ya eres una original, y estoy orgullosa de ti —suspiró, yendo a cambiar de tema—. Ayer fue el funeral de Rei. Después de que te marcharas de nuevo, Sihyeon y yo nos encontramos en el cementerio más prestigioso de las tierras.

𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora