❝ Treinta y uno ❞

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...

RA-YEON 

Pasé entre las cabañas siniestras y ardientes de las brujas satánicas, ardientes en el peor sentido de la palabra. Que desprendieran llamas de la chimenea y las tejas ya no me sorprendía, y tampoco me asustaba. Sin embargo, estar allí en general era peligroso y arriesgado. Por eso me escabullía sutilmente entre los callejones y los huecos diminutos entre casa y casa junto a Jungwon, quien iba asustado. De seis almas que tenía gastaría las que fueran necesarias para conseguir algo valioso. Mi mente estaba vacía en ese momento, y no había nada que se me ocurriera ni que necesitara urgentemente. En ese momento solo pensaba en pasar desapercibida y en que Jungwon no muriera. La primera vez que fui no lo hice, todo el mundo me vio curiosear por allí, pero tuve suerte. Esa vez no tenía por qué tenerla. Era sencillo acabar muerta entre tanta criatura demoníaca y brujas sirvientes del demonio. 

No sabía si iba a ser bien recibida por Ryujin, no era algo que pudiera tener claro como si nada. Era una superior y, que fuera seria y le gustara cobrar cosas a cambio de un simple hechizo que para ella era muy sencillo, no significaba que fuera amable. Todo lo contrario, no lo era. Era avariciosa, egoísta, presumida, agresiva, burlona y, por supuesto, una asesina indiferente al dolor ajeno.  Solo quería llevarme bien con ella para no correr el riesgo de que me matara en su propio beneficio, y me considerara alguien con quien pudiera hacer buenos intercambios.

Finalmente logré llegar al bosque de los Daemonium, donde aún se encontraba el árbol que daba diversos frutos azules, que planté más o menos a mitad del camino la primera vez que estuve allí, sin querer. Jungwon lo miró con curiosidad. "Eso es obra mía", dije con orgullo. Me resultaba curioso que fuera bien con ese ecosistema, y no se hubiera chamuscado aún. 

Empezamos a andar siguiendo el camino de piedra bien marcado que iba en dirección al centro, al hogar de Ryujin. Preguntándome en el trayecto qué pensaría sobre que me presentara de repente sin avisar, aunque tampoco había muchas posibilidades de contactar con ella de otra forma que no fuera yendo directamente y metiéndose en sus tierras. 

La gran bolsa en la que llevaba cada bote de almas era demasiado notoria y el tirante apretaba contra mi hombro, esos espectros eran mucho más pesados de lo que podían parecerlo. 

Veía los Daemonium acercarse sigilosos y tratar de trepar por mis piernas para robarme alguna. Era su alimento principal, si bien no solían consumirlo por el simple hecho de que no era tan sencillo conseguirlo y nadie los iba a alimentar, o eso suponía. Y según había leído, podían comer cualquier cosa que les llenaría de la misma forma, pero las almas les volvían locos, y yo lo estaba notando. Los iba apartando moviendo las piernas de un lado a otro para que se soltara su agarre, y a algunos que saltaban en busca de meterse en la bolsa, los empujaba. Otros acechaban desde entre los árboles altos a cada lado, con el propósito de buscar el momento perfecto para colarse en la bolsa de un salto. Tenía que admitir que, para ser demonios diminutos, eran bastante adorables. Casi tanto como las criaturas fantásticas, tiernas y mágicas de Maledictionis y las pocas que había podido ver corretear por las calles de Maleficia. Esas que soltaban chispas de colores, emanaban un halo de pureza y luz y, en general, eran completamente diferentes a esos demonios. 

- ¿Llevo yo la bolsa? - se ofreció él, pero me negué.

Hasta que llegamos. Divisé a lo lejos la cabaña de madera oscura de Ryujin con la luz visiblemente encendida y un ruido que se escuchaba desde la distancia, incluso desde la entrada al centro, donde estaba yo parada. Oía voces. ¿Era una buena idea acercarse a escuchar? ¿Cómo de peligroso era meterse en los posibles secretos de una bruja satánica superior? O tal vez simplemente estaba manteniendo una animada conversación muy eufóricamente. Fuera lo que fuera, lo que estaba claro era que no le iba a gustar saber que lo había escuchado, pero no por nada tenía el aura naranja. 

𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora